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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Una oportunidad para una acción humanitaria en riesgo

Durante esta semana seguimos con atención la Cumbre Humanitaria Mundial que comienza hoy en Estambul.

Hoy escribe José María Vera, Director General de Oxfam Intermón

Campo de refugiados en Gaga (Chad), tras la crisis de Darfur. Imagen de Pablo Tosco/Oxfam Intermón

La defensa del derecho internacional humanitario es central en la identidad de Oxfam. Hace más de 70 años, la Grecia ocupada por los nazis sufría un bloqueo por parte de los aliados que impedía el acceso de comida al país, provocando una terrible hambruna. Oxfam denunció e hizo campaña para poner las vidas humanas por encima de cualquier consideración bélica o política. Se trata de un ejemplo de tantos que hemos visto estas décadas, impulsados por el compromiso de organizaciones humanitarias amparadas en las Convenciones de Ginebra y en la Convención sobre el Estatuto de Refugiados. Hoy necesitamos más que nunca exigir la defensa de ese derecho que ampara la vida humana en las situaciones máxima vulnerabilidad y riesgo.

El hecho es que nos encontramos ante una combinación devastadora: más personas afectadas, recursos insuficientes y rotura del sistema humanitario. Aunque el número de crisis se ha reducido, éstas afectan a más población, sobre todo civil y en condiciones más duras y duraderas. 60 millones de personas han tenido que huir de sus hogares, expulsados por la violencia y la persecución. Hasta 125 millones de personas están afectadas por crisis humanitarias, espoleadas muchas de ellas por el cambio climático.

En el lado financiero, la ayuda humanitaria global ha crecido –no en España por supuesto, donde se ha derrumbado-. Y sin embargo la brecha entre lo disponible y los recursos necesarios es mayor que nunca. Las organizaciones y agencias humanitarias, los gobiernos nacionales y las organizaciones locales, tenemos déficit de financiación para responder de forma adecuada, con rapidez y calidad, como las personas se merecen y nuestro mandato marca. Esto es así especialmente en crisis olvidadas, como las de Sudán del Sur o República Centroafricana, o en crisis masivas y enquistadas como la de Yemen.

Tanto o más grave que la brecha financiera son las numerosas vulneraciones del derecho internacional humanitario, que llevan a concluir que el sistema está roto. La protección de civiles se obvia, el acceso humanitario se deniega, las organizaciones humanitarias son atacadas o criminalizadas, las rutas de escape de los conflictos son inseguras y en manos de mafias, quienes huyen son devueltos “en caliente” antes del debido proceso que les permita solicitar asilo y refugio y se venden armas a partes en conflicto. Sí, éste es el marco en el que los próximos días 23 y 24 de mayo, líderes de todo el mundo se reunirán en Estambul en la Cumbre Humanitaria Global (WHS).

No nos valdrán bellos mensajes inspiradores y más retórica política emitida desde Estambul. Eso no salva vidas hoy. Necesitamos compromisos concretos para darle la vuelta al sistema humanitario y asegurar la protección de civiles. Necesitamos contar más y mejor con los actores locales, asegurando su protagonismo y participación en las respuestas humanitarias. Y desde luego exigimos que respetar el derecho internacional humanitario no quede bajo responsabilidad exclusiva de los humanitarios. Es al revés. Es una responsabilidad política primera de los estados, que no puede ser rota y frustrada por intereses comerciales, estratégicos o de política interior. Como es el caso también en la Unión Europea, que con su actitud ante la llegada de refugiados a nuestras fronteras ha perdido toda legitimidad para exigir a otros el cumplimiento de la legalidad internacional.

España va a Estambul con buenas intenciones. Se agradecen. La situación presupuestaria de la Ayuda Humanitaria española es terrible, menos es desaparecer. Aunque de cara a la Cumbre cabe la excusa del estar en funciones a la hora de comprometer presupuestos (excusa que por cierto no se aplica para comprometer condecoraciones por apalear inmigrantes en Melilla). Y sí, hay un buen abanico de propuestas políticas en el campo de la Acción Humanitaria que es positivo impulsar. Dicho esto, vale para España lo mismo que para la UE, donde tiene tanta responsabilidad como otros estados miembro. No es coherente defender esas propuestas y vender armas masivamente a la coalición liderada por Arabia Saudí en Yemen o enorgullecerse de los éxitos en nuestra frontera sur, donde se vulnera el derecho humanitario y la mínima humanidad.

Esperamos otra cosa y Estambul es un buen momento para comprometerse, de verdad y con todas las consecuencias, con la población civil más vulnerable del planeta, aquélla que está deshecha en nuestra puerta tras huir de bombas y balas, o aquellos olvidados de los que nadie habla porque no se puede sacar rédito político de su situación. “Solo” son refugiados y desplazados.

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