La invisibilidad del ciudadano agradable
Me pregunto si la gente arrogante, maleducada o desagradable es consciente de que su día no se torna tremendo gracias a la paciencia de otros ciudadanos agradables y educados que los aguanta con tesón e incluso a ratos los intenta comprender. No estaría mal que comenzáramos a agradecer a la gente civilizada sus esfuerzos y los hiciéramos bien visibles, ya que la amabilidad, lejos de ser una utopía, no es una cosa de tontos como a veces se piensa, sino una gran tarea que cuesta mucho esfuerzo y para la que se necesitan muchas neuronas. No deberíamos olvidar que nuestro día es estupendo por nuestros esfuerzos y los de los demás.— Cristina Sande Cecchi. Zaragoza.
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