La perforación del cráter del fin de los dinosaurios se acerca a un kilómetro de profundidad
El estudio submarino en aguas de México se adentra aprisa en las capas del Cretácico superior
La perforación del cráter Chicxulub rondaba este viernes los 860 metros de profundidad bajo el lecho submarino. Desde una plataforma petrolera la misión científica internacional, que arrancó en abril, avanza aprisa en su objetivo de llegar en junio a un kilómetro y medio de fondo con el objetivo de extraer la mayor cantidad de conocimiento sobre las características y efectos del impacto del asteroide que hace 66 millones de años provocó la desaparición de los dinosaurios.
Los hallazgos que van recogiendo no pueden ser revelados aún pero al parecer son valiosos. "Estamos añadiendo al rompecabezas nuevas piezas que podrían resultar medulares para completar el modelo del impacto", dice la geoquímica Ligia Pérez Cruz, de la Universidad Nacional Autónoma de México, que pasó el primer mes de investigación en la plataforma, más de 30 kilómetros mar adentro desde la costa de la Península de Yucatán, en el Golfo de México.
En estos momentos han llegado al nivel de las capas del Cretácico superior, justo la era que se acabó con el cataclismo del meteorito. Después de atravesar zonas de breccia (conglomerados de rocas fragmentadas) y graníticas (rocas de basamento), ahora se han encontrado con rocas fundidas. Están pasando por el anillo de picos, como llaman a la suerte de cordillera montañosa concéntrica que se formó tras la colisión. Una de las preguntas clave que quieren responderse con esta ambiciosa investigación es cómo se generó dicho anillo de picos.
En la exploración participan la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Austin (Texas) y el Imperial College de Londres. El proyecto es parte del Programa Internacional de Descubrimiento de los Océanos (IODP en sus siglas en inglés). Sólo la perforación cuesta unos 10 millones de dólares. Se está haciendo con tecnología petrolera, horadando con barrenas de carburo de tungsteno durante los primeros 500 metros y en adelante con barrenas de corona de diamante, más resistentes. Las muestras de roca que van extrayendo son cilindros de tres metros de largo y ocho centímetros de diámetro.
Se prevé que los trabajos en la plataforma terminen en junio y que a principios de otoño haya una primera reunión de evaluación científica en Bremen, donde el IODP alberga ya 154 kilómetros de otras muestras de material submarino en 250.000 cajas. "Habrá novedades muy interesantes", avanza la doctora Pérez Cruz. Las primeras publicaciones sobre la exploración podrían aparecer a principios de 2017.
Amén de saber cómo se formó el anillo de picos, la exploración se ha marcado otro objetivo mayor: determinar si el propio cráter fue cuna del resurgimiento de los seres vivos por las condiciones hidrotérmicas que se generaron dentro de él después del impacto. Antes de esta exploración ya se tenían multitud de estimaciones del fenómeno. El asteroide medía entre 12 y 14 kilómetros de diámetro y se originó hace 160 millones de años por el choque entre otros dos asteroides, saliendo escupido como una bala de un cinturón de asteroides y viajando por el Espacio durante millones de años hasta estrellarse, casi 100 millones de años después, contra el planeta Tierra, donde hasta ese momento los dinosaurios, la mayoría herbívoros, vivían tranquilos comiendo hojas y plantas. En el instante del impacto el asteroide viajaba a una velocidad de al menos 20 kilómetros por segundo. El enorme pedrusco cósmico cayó sobre el mar (donde hoy está la Península de Yucatán) y la violencia del golpe fue tal que levantó una montaña de material más alta que el Everest, que en unos minutos se desplomó, desató olas de tsunami de más de 150 metros de alto, causó un sismo de más de 13 grados en la escala Richter y envolvió el Planeta en una sábana de calor de unos 500 grados centígrados, como si se hubiese metido a la Tierra en un horno.
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