El futuro de Sánchez
Hay muchos socialistas afilando la navaja, y esas navajas apuntan a la barriga del secretario general
Que “incierto y proceloso se presentaba el reinado de Witiza”, lo sabemos ahora con certeza; es más, sabemos que fue un reinado bastante complicado. Los cronistas de los reyes godos, que no trabajaban con una documentación excesiva, se tenían que basar en algunos datos poco contrastados que debían hacer su trabajo algo infernal o, en algunos casos, deliciosamente entregado a la fantasía.
Los cronistas políticos de nuestro tiempo tienen ante sí un trabajo parecido. Y todos, sin excepción, se ven ahora entregados a la tarea de esclarecer el proceloso e incierto porvenir de Pedro Sánchez al frente de la secretaría general del PSOE.
De todas partes vienen vientos que nos informan de incertidumbre para Sánchez. La casi todo poderosa Susana Díaz le ha dicho que su futuro como secretario general está ligado al éxito o fracaso el 26 de junio. Las encuestas nos dicen que si Izquierda Unida cede y se alía a Podemos dejaría como tercera fuerza al PSOE. Y el PP, en este caso secundado por Ciudadanos, le dice que se deje de lanzar vetos a la derecha.
Pues sí, incierto y proceloso. Pero a mÍ me late que el mayor riesgo que corre Sánchez viene del interior de su partido. Está claro que necesitaría avanzar respecto del PP, y está claro que Podemos se ha convertido en un adversario muy fuerte. Pero está más claro que hay muchos socialistas afilando la navaja a la puerta de las agrupaciones, y que esa navaja apunta a la barriga de Sánchez.
No hay ninguna perspectiva de revolcón en las encuestas. Y no hay gran posibilidad de que un cambio de programa provocara un deslizamiento de voto sensible. Sánchez parecía haberse inventado un milagro en su confluencia con Ciudadanos. Pero ese viaje parece haber concluido con una magra cosecha. No parece haber nada que justifique lo que Sánchez consiguió por un tiempo: ser el abanderado de un cambio que era antes imposible de concebir.
Y el tiempo político de Pedro Sánchez se ha vuelto incierto y se presenta su secretaría general como procelosa.
Quizá guarde un milagro en la cartera. Y si lo hace, sería coherente con su imagen de hombre valeroso. Si no, sería considerado una fanfarronada que su partido no perdonaría.
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