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Turquía vigila los insultos a Erdogan en Holanda

El consulado en Rotterdam pide que se le comuniquen las ofensas contra el presidente

Isabel Ferrer
El presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan
El presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan Thomas Trutschel/Photothek (Getty Images)

La diplomacia no solo contribuye a regular las relaciones internacionales entre Estados. Su representación más visible, los consulados, asiste a los compatriotas desplazados fuera del territorio nacional. En el caso de Turquía, sin embargo, dicha colaboración es tan estrecha que corre el peligro de borrar la delicada línea divisoria entre la atención y el posible control de la comunidad expatriada. Ankara también considera ciudadanos propios a los nacidos fuera del país, es decir, a todos sus emigrantes, y ello provoca equívocos. El más reciente lo ha protagonizado su consulado en Rotterdam, que ha pedido a los turcos de Holanda “los nombres, dirección de correo electrónico, o de los medios sociales, de los que insulten al presidente Erdogan”. El Parlamento de La Haya ha calificado la misiva de denuncia inadmisible, y el roce ha derivado en conflicto diplomático.

Según la Embajada turca, se trata de un error de percepción. La culpa es el exceso de celo de un funcionario consular, que no supo darle el tono adecuado a la nota remitida a las asociaciones cívicas turco-holandesas. Lo que en realidad se pretendía, dice, es “evaluar la situación en Holanda”, porque “también aquí han aumentado los mensajes de agravio” desde que el humorista germano Jan Böhmermann publicara un poema ofensivo contra Erdogan. La legación asegura haber recibido recados comparando al mandatario con Hitler. O bien instando a la marcha de los (cerca de 400.000) holandeses de origen turco.

Dado que el Gobierno alemán ha aceptado que sus tribunales investiguen si el cómico incurrió en un delito, la Cámara holandesa en pleno ha querido mostrar su repulsa al intento de intimidación de la comunidad de ascendencia turca. Sobre todo cuando la solicitud consular semeja, como ahora, una propuesta de delación. Si la diplomacia es también el arte de ser oportuno, el incidente no ha podido llegar en el peor momento. Justo cuando el Ministerio de Justicia holandés acaba de anunciar la supresión de los artículos del Código Penal que prohíben insultar a jefes de Estado de otros países.

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