Un metro disfuncional en la capital política del mundo
Las infraestructuras en Estados Unidos están envejecidas debido a la escasa inversión
En 2011, el periodista Thomas Friedman y el profesor Michael Mandelbaum explicaron en un libro cómo la escalera mecánica de la estación de metro de Bethesda, en las afueras de Washington, estaba siempre en reparaciones. Así comenzaba That used to be us (Así éramos nosotros), un ensayo que lamentaba que Estados Unidos se estuviese quedando atrás en muchos ámbitos, incluidas las infraestructuras. Friedman y Mandelbaum comparaban desfavorablemente el metro de Washington con los transportes en ciudades chinas. Washington salía perdiendo. Cinco años después de aquel ensayo, sigue siendo raro que la escalera de Bethesda funcione.
Y los problemas del metro de Washington se han agravado. Hasta el punto que el 16 de marzo las seis líneas cerraron todo el día por una inspección de seguridad. Era una jornada laborable y Washington, la capital política del mundo, parecía una ciudad fantasma. La actividad quedó bajo mínimos, pero nada ocurrió: resignados, los millones de ciudadanos que lo utilizan cada día se quedaron en casa o se desplazaron en coche al trabajo. Unos días después, los responsables del metro anunciaron que en el futuro algunas líneas podrían cerrar durante meses. Era el resultado de años de accidentes, retrasos constantes, averías y todo tipo de disfunciones en un sistema que se inauguró hace 40 años como símbolo de eficiencia y modernidad.
Es difícil resistir la tentación de ver en el metro de Washington una metáfora de los males de la infraestructura de Estados Unidos: envejecimiento, poca inversión, ineficiencia. Solo hay que viajar en tren de Washington a Nueva York para darse cuenta de que en infraestructura ferroviaria este país está décadas por detrás, ya no de Japón o China, sino de España. El presidente, Barack Obama, ha denunciado en varios discursos este déficit: la frase “así éramos nosotros” la pronunció él tras aludir al transporte en China y Singapur. Donald Trump también usa comparaciones similares. Como los relojes parados, incluso los demagogos pueden tener razón un par de veces al día.
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