Maloma y su libertad
La joven saharaui es la piedra de toque del choque de culturas entre los islamistas y los laicos
A la hora de escribir estas líneas Maloma, la joven saharaui secuestrada por su familia biológica en los campos de Tinduf, sigue cautiva, con la complicidad del Frente Polisario, que pide “prudencia” a la hora de hablar de este caso.
La prudencia es fundamental. El Polisario sabrá por qué, ya que solo ellos, es decir, el bloque dirigente de la política saharaui, podrían sentirse ofendidos porque alguien expresara lo mismo que ellos dicen respetar en teórico favor sobre la libertad individual de Maloma.
¿Cuál es la discusión sobre Maloma? Es muy sencillo: ella, que tiene 22 años, quiere ejercer su libertad y volver a España, cuya nacionalidad tiene, con su familia adoptiva. El Polisario en teoría no interviene, solo pone los medios para que la familia biológica de Maloma la tenga prisionera. Es una manera curiosa de no intervenir, de favorecer la libertad de Maloma.
Maloma, como se puede ver, ha cometido un crimen, que es intentar ser libre.
En esta ocasión el ministerio español de Exteriores está cumpliendo con su deber. José Manuel García-Margallo está directamente en la negociación para que Maloma sea libre.
Detrás de toda esta historia hay un largo conflicto sin solucionar. Y con la evolución que podemos ver en todo el norte de África, cada vez a peor. La ideología islamista ha crecido entre los saharauis y la influencia cubana ya está en trance de desaparición. La dirigencia saharaui ya no es laica, aunque lo siga siendo en teoría. Y Maloma, por desgracia para ella, es la piedra de toque del choque de culturas entre los islamistas y los laicos.
Cuando nació Maloma hacía ya algunos años que España había abandonado a su suerte a los saharauis que, no hay que olvidarlo, eran españoles con DNI, habitantes de una provincia, como si fuera Cáceres, solo que situada en el Sáhara y con un jefe de Estado deslegitimado y más muerto que vivo. El Ejército español se apuntó una de las páginas más vergonzosas de su historia con el abandono del Sáhara.
Con esos y otros mimbres se ha construido una situación que Maloma, ciudadana española, mujer, y mujer del mundo, tiene que lidiar. Apoyemos a Maloma. Con prudencia.
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