Un laboratorio en los pies

JUSTO después de uno de esos anuncios, entre lo conmovedor y lo épico, que le dan a uno ganas de dejarlo todo y salir a correr para encontrarse con la verdad de la vida, apareció sobre el escenario Mark Parker. El presidente de Nike presentó en Nueva York una serie de nuevos productos en un acto de relumbrón y con un decidido aire vanguardista. Porque el futuro es la bandera que la marca de ropa y calzado deportivo quiere hacer suya. “No solo lo prometemos, lo entregamos”, dijo. A su espalda, una pantalla mostraba unas zapatillas que se ajustan solas, como las que Michael J. Fox lucía en Regreso al futuro II, imaginando cómo sería el entonces lejano 2015.

Las ventas del gigante, líder mundial de su sector, han pasado de 20.000 a 30.000 millones de dólares en los últimos cuatro años y es difícil no ver en ello el efecto de la renovada fiebre del 'running'. Nike ha impulsado esa tendencia y, a su vez, esta ha beneficiado a la marca. Su lema es que si tienes un cuerpo, eres un atleta. Y todo atleta quiere productos cada vez más tecnificados.

La compañía ha encadenado ocho trimestres con incrementos de doble dígito, aunque en el último decepcionó a los analistas con sus previsiones para el próximo año. Enfrente tiene ahora el reto de un dólar demasiado fuerte, que encarece las exportaciones, o la ralentización de las economías emergentes. Pero su plan es elevar los ingresos hasta los 50.000 millones en 2020. El éxito depende del tirón que tengan, entre otros, inventos como los que acaba de lanzar.

Muchos de ellos, como dice el tópico de los negocios, nacen gracias a un problema. Jeremy Walker, experto en química y ciencia de los materiales de la firma, trabajó durante dos años para inventar una bota de fútbol que no se viera lastrada por el agua y el barro y restase velocidad a los deportistas. Probaban con componentes que repelieran el agua hasta que optaron por el camino inverso. “Dejamos de pensar en cómo expulsar el agua y empezamos a reflexionar en aprovecharla para crear una capa lubricante sin sacrificar la tracción”, explica. Así llegaron a un tipo de polímero con el que crearon la suela de la Nike Anti-Clog Traction, que absorbe el agua y repele el barro.

Cerca de allí, la atleta Allyson Felix sonreía de oreja a oreja para presentar una zapatilla a su medida con la que espera competir en los Juegos de Río. Parecía como si la suela estuviera hecha de puntas metálicas o de cristales rotos, pero está completamente adaptada a Felix y, en teoría, es el secreto para obtener el máximo rendimiento de un deportista en una carrera de 200 o 400 metros.

Aplicaciones, sensores y microfibras adaptables forman parte del vocabulario de una zapatilla o una camiseta. Nike tiene claro que para consolidar su dominio tiene que poner en los pies de la gente algo más que suelas.