Antes chinos o angoleños que españoles
El recelo ante la presencia española en todos los campos avanza en la sociedad portuguesa
El manifiesto de los 50 es la última iniciativa en la escalada verbal contra los intereses económicos españoles en Portugal. Se trata de criticar la conquista de capital español sobre maltrechos bancos del país; curiosamente, algunos de los primeros firmantes contribuyeron a su desastre. Antes de este manifiesto populista han hablado dirigentes políticos contra los bancos españoles, el alcalde de Porto ha tildado de “miserable” al aeropuerto de Vigo y hasta el nuevo presidente del país, que se sube a cualquier ola si hay una cámara cerca, critica las inversiones españolas en Portugal. Todo ante el más absoluto silencio de la diplomacia española. Por parte institucional portuguesa ni una palabra de agradecimiento por la confianza del capital español en el desarrollo de Portugal; ni, por supuesto, preocupación alguna por que la red eléctrica sea china o muchos de los medios de comunicación, angoleños. Hace semanas, la Embajada de Francia en Lisboa organizó unas conferencias sobre La contribución de la inversión francesa al crecimiento portugués. La aportación francesa a la riqueza del país es bastante inferior a la española, como la creación de empleo y los lazos comerciales, pero lo saben vender.
En el caso español, solo se reciben reproches y desconfianza. “Que vienen los españoles”, dicen políticos de la extrema derecha y de la extrema izquierda, y muchos medios de comunicación —generalmente de propiedad angoleña—, da igual que sea un entrenador de fútbol, que una inmobiliaria compre una torre de pisos o que se queden con un banco que nadie quiere. En el caso de la españolización de la banca portuguesa, ha sucedido casi sin querer; primero porque han salido huyendo británicos y brasileños, pero principalmente porque los bancos portugueses han sido un desastre (BPN, BES, Banif, Novo Banco o la pública Caixa Geral). Algo habrán hecho bien los españoles, cuando Santander Totta y BPI (CaixaBank) son los únicos que ganan dinero sin ayudas públicas. Sin embargo, España no tiene un lobby como Angola o China, a quienes se hace la ola sin mirar el olor del dinero.
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