15 fotosLa vida en las islas de los ríos de BangladeshEl barco-hospital Lifebuoy Friendship Hospital (LFH) ofrece atención médica de manera ambulante a una población sin recursos de zonas inundadasIgor G. BarberoBangladesh - 07 abr 2016 - 09:16CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceLas islas de los ríos de Bangladesh están caracterizadas por el abandono. Apenas tienen infraestructuras y la mayoría de la gente no tiene acceso a electricidad o agua corriente. A finales de 2001, la ONG bangladesí Friendship lanzó el barco-hospital Lifebuoy Friendship Hospital (LFH) para ofrecer atención médica de manera ambulante a una población sin recursos. Igor G. BarberoCon una eslora de casi 40 metros y cinco metros de estribor a babor, Lifebuoy tiene sala de operaciones, dentista, médico general, oftalmólogo, sala de rayos X y pediatría, servicios a los que se suman un flamante bote ambulancia y una estructura exterior, en la isla, que hace de centro de hospitalización interna para pacientes que deben permanecer en observación. Igor G. BarberoEl equipo médico ve todo tipo de situaciones en este hospital flotante, pero también muchos casos de enfermedades excepcionales, de gente que ha ido postergando la visita al doctor o que nunca se ha podido permitir ir a un especialista, que como mucho han sido atendidos por paramédicos sin cualificación y curanderos rurales.Igor G. BarberoEl barco-hospital Lifebuoy ha tratado a más de 633.000 pacientes en los casi tres lustros que van desde el inicio de sus operaciones hasta enero de 2016. Igor G. BarberoShafiul Azam es el coordinador médico de un equipo con treinta profesionales entre personal sanitario y de administración y lleva trabajando en la ONG Friendship desde hace más de una década. Su vida es la de un marinero errante de aguas fluviales. Desde que se embarcó ha puesto el ancla en medio centenar de islas de cuatro distritos distintos: unos dos o tres meses en cada destino. Igor G. BarberoLos pacientes llegan al hospital flotante no solo desde la isla de turno en la que se encuentren temporalmente, sino que la gran mayoría acude desde distintos puntos de la región, para lo cual a veces precisan de varias horas de viaje. En el barco-hospital les expiden una cartilla, pero a menudo los pacientes la pierden y eso dificulta conservar su historial. Igor G. BarberoLa sala de espera y la farmacia están junto a la puerta de embarque en esta inusual clínica, donde los camarotes son las consultas y los pacientes son auscultados por los médicos mientras el agua choca contra el casco del barco. Igor G. BarberoLa ONG coopera en ocasiones con otros organismos internacionales para ofrecer servicios más especializados aunque sea por unos días o semanas. El pasado febrero un equipo de ortopedas franceses de HumaniTerra International realizó 13 operaciones en Lifebuoy, como la de Rasel, que tenía las piernas torcidas.Igor G. BarberoDesde primera hora de la mañana se forman largas colas de pacientes junto al hospital-barco, que atiende por precios simbólicos de entre cinco y tres takas (cinco y tres céntimos de euro).Igor G. Barbero Los responsables de la clínica flotante no tienen que hacer mucho trabajo para anunciar su presencia en una zona porque enseguida se corre la voz entre los lugareños. Igor G. Barbero En febrero, el barco-hospital atracó en Char Bohail, una isla fluvial que desapareció bajo las aguas a finales de 1970 y volvió a emerger 16 años después. Hoy, parece relativamente estable, pese a que cada año las inundaciones en el monzón causan estragos y en ella habitan entre 20.000 y 25.000 personas según el consejo de administración de la isla. Igor G. BarberoLos humildes habitantes de Char Bohail se ganan la vida cultivando las fértiles tierras arenosas del char o con la pesca. También hay algunas cabezas de ganado, sobre todo vacas y cabras. Igor G. BarberoSobiqul Islam pertenece a una familia que siempre ha vivido en islas en los ríos de Bangladesh desde que recuerdan. Durante un tiempo estuvo trabajando en la ciudad de Chittagong, la segunda más poblada de Bangladesh, descuartizando barcos. Pero esa vida surtió su cuerpo de cicatrices y acabó regresando a la isla. Igor G. BarberoSobiqul Islam y sus parientes decidieron hacer un montículo de tierra para situar su casa algo más elevada. Ahora ya no resulta tan afectada por la subida de las aguas durante el monzón, que inunda gran parte de la isla cada año. Igor G. BarberoEn Char Bohail hay una escuela primaria con medio millar de niños, una torreta de telefonía móvil y un mercado con teterías y alguna tienda de ultramarinos. En la isla se celebran periódicamente elecciones al consejo de administración, dominado desde hace dos décadas por la misma familia, que al mismo tiempo es la que más terrenos posee.Igor G. Barbero