¿Son los amantes de las flores los nuevos 'foodies'?
Conoce a los 'bloomies' y la penúltima temática para subir fotos 'cuquis' a Instagram que va camino de consolidarse como tendencia en las redes sociales.
Vaya por delante que el concepto bloomie me lo he sacado de la manga y que, si lo googleas movido por el amor florar, te vas a llevar un shock de cuidado al encontrarte con que bloomie es el diminutivo cariñoso de los almacenes Bloomingdale’s… Pero que algo no exista no significa que tampoco vaya a existir pronto. Y ojito con el concepto bloomie (a partir de ahora ya sin cursiva, a las bravas), porque en dos días se va a convertir en una palabra más repetida que foodie.
Que conste que no saco a los foodies a colación de forma gratuita: en esta carrera de fondo en la que vivimos todos, profundamente obsesionados con encontrar el próxima valor añadido que nos haga molar por encima del resto de la humanidad, una vez todos nos hemos convertido en expertos en el kilómetro cero y no nos comemos un pollo si no sabemos su nombre de pila, ¿cuál será nuestra próxima frontera? No responda ahora, hágalo al final de este artículo.
No sé si vosotros lo habéis notado, pero en mi vida de repente me di cuenta de que estaba rodeado de flores y plantas y no me quedaba demasiado claro cómo había acabado por convertir mi casa en el plató del remake en imagen real de El Libro de la Selva. Tampoco sé cómo carajo he acabado teniendo un rinconcito de plantas sobre el escritorio de mi despacho en el que hay un cáctus (hasta aquí, bien), una planta del dinero china rarísima que no se encuentra en casi ningún lugar de España (aquí se empiezan a torcer las cosas) y una cabeza de rinoceronte de porcelana con una plantita saliéndole de la cabeza en forma de peluca verde (y aquí ya me dais por perdido, ¿verdad?).
Tampoco sé cómo acabé teniendo varios amigos con unos balcones que serían la envidia de tu cuñada la del pueblo y, sobre todo, cómo en mi círculo de amigos íntimos acabó habiendo dos colegas que se dedican a las flores de una forma u otra. Ellas son las bloomies primigenias. Y lo mejor de todo es que sus casos son muy significativos… Cuando conocí a Jandyra Parra, por ejemplo me la presentaron como una experta en marketing online. Un tiempo después, lo dejo todo y montó Flowers’ Will, una floristería barcelonesa que es mucho más que una floristería y que está buscando nuevos retos y horizontes en todo lo que tenga que ver con plantas y flores.
Esta voluntad de ir más allá también distingue a Chabeli Rodríguez. Siempre supe que se dedicaba a las flores de alguna forma u otra, pero de repente vi que estaba ocupándose de los arreglos florales de los eventos de Kinfolk en Barcelona y ahí empecé a sospechar que aquí ocurría algo. Una sospecha que se confirmó cuando, junto a Laura González, montaron Sauvage, que queda definido en su página de Facebook tal que así: “Un estudio afincado en Barcelona dedicado a la dinámica vegetal y floral y a la elaboración de proyectos botánicos”. Cuidado, que no estamos hablando de una floristería: estamos hablando de proyectos botánicos que van más allá.
Y aquí es cuando surge la necesidad de empezar a hilar fino. Como son las dos que me quedan más cerca, les pregunto a ambas cómo definirían a un bloomie. “Son las personas que crean, motivan y siguen las nuevas tendencias en diseño floral y estilo de vida en relación a lo verde. Cuidan plantas para sentir que mejoran como personas, y envían flores para energizar a los amigos”, abre fuego Jandyra, mientras que Chabeli cierra la definición: “Es una persona aficiona a las flores y plantas que disfruta de su cuidado y su belleza. Desde tiempos muy antiguos han existido personas con este interés: antes se mostraba a través de la pintura, ahora desde Instagram y las redes”.
Los bloomies e Instagram
¿Son los flores y las plantas la nueva tendencia porque nos dan muchas excusas para colgar fotos fardonas en Instagram (tal y como ya ocurrió con la comida)? Quiero pensar que no. Quiero pensar más bien que si Thoreau se ha convertido en uno de los autores más revalorizados de los últimos tiempos será porque su defensa del retorno a la naturaleza y la huida de la urbe es algo que muchos sentimos cada vez con más urgencia. Y, para los que no podemos huir de la urbe, lo que más cerca nos queda es enterrarnos bajo plantas en nuestros minúsculos apartamentos de ciudad.
Como persona que vivió hasta las trancas en la vorágine del online, Jandyra parece estar de acuerdo conmigo: “La gente quieren expresarse de maneras no online, compartir su casa con plantas”. Aunque es interesante que Chabeli aporte un contrapunto muy elocuente: “Desgraciadamente, cada vez estamos más inmersos en el mundo virtual y dependemos de nuestros smartphones. Un día sin ellos es inconcebible. Sí que hay una tendencia de acercamiento a lo natural en general, pero no imagino al bloomie dejando su teléfono en casa”. Todo es cuestión de matices.
“Existen dos tipos de bloomies: el de tendencia y el de corazón: a los primeros se les mueren las plantas"
"Al fin y al cabo, si queremos abordar este tinglado de los bloomies de forma satisfactoria, no valen las generalizaciones. Les pregunto a ambas si deberíamos establecer diferentes categorías dentro de los bloomies, y Chabeli ofrece una visión a pie de calle: “Existen dos tipos de bloomies: el de tendencia y el de corazón. A los primeros se les mueren las plantas, y los segundos probablemente tienen un jardín o un balcón hermoso”."
Así que ya ha quedado claro: hasta que leíste este artículo, probablemente el concepto bloomie no existía. Pero ¿a que ahora quieres ser uno? De hecho, ¿a que tienes ganas de empezar a fardar de que tú fuiste bloomie antes de que se pusiera de moda? Sea como sea, no pierdas de vista el corazón de todo esto: no estamos aquí para molar, sino para disfrutar. Lo foodie al final fue una tontada, pero nos refinó el paladar. Lo bloomie también va a ayudarnos y Chabeli lo sabe muy bien: “Tener flores frescas en casa es como descorchar una buena botella de vino. Sabes que se va a acabar, pero la disfrutas igual”. Nada que añadir a una imagen tan sublime.
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