El dibujo
Lo que percibimos como normal es con frecuencia un delirio y viceversa
En ocasiones se pasa de una situación normal a una delirante sin notar el cambio. También es cierto que lo que percibimos como normal es con frecuencia un delirio y viceversa. Había un cuento, una película, quizá una novela, ahora no caigo, en la que el personal y los internos de un frenopático cambiaban sus lugares y todo seguía funcionando con la rutina de siempre. Cuando se presentaba el inspector de Sanidad, lo atendía el director, que hasta ayer mismo era oficialmente un loco, y le mostraba las instalaciones, entre las que deambulaba, con la mirada perdida, el personal administrativo y sanitario de la etapa anterior. A veces ni siquiera es preciso realizar tal cambio, basta con darle la vuelta al dibujo, como ocurre en esa ilustración en la que, según se mire, aparece una bruja o un hada.
España, según se mire, es una cosa u otra. Significa que si nos visitara un inspector de Sanidad interplanetario y le recibiera Mariano Rajoy con su traje azul y su camisa blanca y su corbata de la suerte, no notaría nada a primera vista. Tampoco cuando le mostrara las instalaciones. Aquí, el Parlamento. Aquí, Celia Villalobos. Aquí, los siameses Sánchez y Rivera. Aquí, el Senado. Aquí, Rita Barberá. Aquí, un grupo de senadores dormitando a la espera de la jubilación. Aquí, la familia real. Aquí, la sede del PP, recién reformada. Aquí el aeropuerto de Castellón, para las personas. Aquí, el Poder Judicial. Tenemos Poder Judicial y Ejecutivo, sí, y el Cuarto Poder, ya sabe, el de la prensa. Aquí, el Palacio Episcopal. Aquí, un pederasta. Aquí, la ley mordaza. Aquí, el señor Aznar. Aquí, su hija y El Bigotes. Aquí, el Escorial. Aquí, las fotografías de la boda.
Todo normal, en fin. Pero dele usted la vuelta al dibujo.
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