Explosión de estampados en París
Givenchy propone un arrebato colorista nivelado con un negro estricto, mientras Stella McCartney insiste en un vestuario llevable pero sofisticado
La diseñadora británica Stella McCartney ha protagonizado la jornada de este lunes en la semana parisina del prêt-à-porter con una colección pensada para el próximo otoño-invierno que insiste en su apego por una moda cómoda y llevable, aunque con un plus de sofisticación. Pocas horas antes, Riccardo Tisci había recibido aplausos con sus nuevos diseños para Givenchy, destinados a una mujer con aires de chica mala, en los que propuso una explosión de estampados llegados de horizontes estéticos diversos.
Alejándose de la inesperada colección próxima a la lencería que presentó el otoño pasado, Tisci ha vuelto a adentrarse en su terreno predilecto: el de la oscuridad y el espíritu callejero, casi siempre envueltos en un halo de religiosidad. Aunque en esta ocasión no haya rastro de catolicismo meridional en su propuesta. El diseñador se ha servido de la iconografía del Antiguo Egipto y del ojo protector del dios Horus, iniciador de la gran civilización que se extendió a lo largo del Nilo, como una de sus principales referencias visuales. Tisci la combina con otros estampados exuberantes, como el leopardo, la piel de cocodrilo, las plumas de pájaro o ciertas abstracciones geométricas dignas de un muralista sudamericano.
“He regresado al estampado, que siempre ha sido una de mis obsesiones, a través de mi descubrimiento de la cultura visual egipcia, pero combinándola con formas heredadas del vestuario militar”, confirmaba Tisci después del desfile, a pocos metros de su anciana madre, recién llegada de su Puglia natal. La colección nivela esa explosión de colores gracias a su inclinación natural hacia el color negro, que apareció en abrigos de corte castrense que hubiera podido vestir un lugarteniente decimonónico, además de tops de cuero metalizado y boleros en distintos tonos. Sus mujeres, casi adolescentes y con los ojos oscurecidos, parecían salir de un club nocturno con actitud de perdonavidas.
Fue también uno de los desfiles más concurridos que se recuerdan. En la primera fila del laberinto de madera que Tisci hizo construir dentro del Carreau du Temple, antiguo mercado reconvertido en centro cultural en el Marais parisino, se encontraban Bradley Cooper, Kanye West o Kris Jenner, la matriarca del clan Kardashian. Hubo quien vio en el desfile una despedida por todo lo alto de su etapa en Givenchy, entre rumores que apuntan a su salida inminente de la marca que ha dirigido desde 2005, tal vez para ocupar tronos más poderosos (suena como finalista para convertirse en director creativo de Dior). ¿Será esta su última colección? Al formularle la pregunta en el backstage, Tisci prefirió no responder. “Solo diré que estoy muy feliz”, afirmó el diseñador, mientras su equipo lo evacuaba de la sala en tiempo récord. Tal vez signifique que sí.
Por su parte, Stella McCartney acarició su habitual excelencia con una colección pensada casi como una recopilación de grandes éxitos. “He querido seleccionar prendas con las que jugamos desde hace tiempo, para celebrarlas pero también mejorarlas”, explicó tras su desfile en la Ópera Garnier, al que acudió su padre, Paul McCartney, además de personalidades como Kristin Scott Thomas, Isabelle Huppert o Amber Valletta. La diseñadora ha querido proponer un vestuario “que pueda servir de la mañana a la noche”, para todas esas mujeres “que no tienen tiempo de cambiarse”.
Pese a esa declaración de intenciones, se distinguieron dos líneas distintas. La primera, de perfil más urbano y diurno, contiene distintos plumones, que ya se perfilan como prenda estrella de la temporada que viene, además de chaquetas en tejano descolorido o prendas informales con estampados de cisnes, que suceden a los gatos que triunfaron en su precolección otoñal. “Utilizar estampados de animales está en mi lenguaje y en mi herencia. Es una señal de respeto a las demás criaturas. El cisne me pareció un símbolo muy británico, una imagen juguetona y a la vez osada”, explicó McCartney. La segunda línea, más sensual y nocturna, propone vestidos de cóctel y camisolas plisadas, con reflejos dorados y cobrizos, de clara inspiración art déco. Se les suman elementos en piel falsa (skin-free skin o “piel sin piel”, bromea McCartney, conocida por su compromiso con los derechos de los animales) y el terciopelo, otro material que parece volver con fuerza, a juzgar por la pasarela parisina.
En la concurrida pasarela parisina también destacó ayer la nuevo colección de Hermès, orquestada por la nueva directora creativa de la marca francesa, Nadège Vanhee-Cybulski, de 37 años y perfil ultradiscreto. Su misión ha consistido en adaptar la herencia de Hermès, portaestandarte del lujo tradicional a la francesa, a los códigos contemporáneos. A diferencia de la mayoría de colecciones, la suya no encierra ningún relato. “Para mí, la historia tiene que ser simplemente la prenda, su corte y su técnica”, afirmó la diseñadora hace unos días. En los diseños presentados ayer se observa un apego por la neutralidad, tal vez para permitir que cada uno logre proyectar en ellos lo que mejor le parezca. Los cortes clásicos y algo previsibles, destinados a la clientela habitual de la marca, se alternan con un gusto moderado por la experimentación, a través de inesperados volúmenes acartonados o incrustaciones de brillantes que dibujan algo parecido a la vía láctea.
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