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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Parar a Trump

La victoria del millonario populista en el Supermartes debe hacer reaccionar al partido republicano

Donald Trump celebra su victoria en el Supermartes.
Donald Trump celebra su victoria en el Supermartes.Andrew Harnik (AP)

Los resultados del Supermartes en el proceso de primarias que viven los dos grandes partidos estadounidenses han comenzado a despejar el panorama de quiénes pueden ser los candidatos republicano y demócrata para conquistar la Casa Blanca en noviembre. Lo que se desprende de la decisiva jornada del martes es alarmante, no solo para los republicanos, sino para todo el país.

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El triunfo del populista Donald Trump en siete de los 11 Estados en liza —y su segundo puesto en los restantes cuatro— ha confirmado que el Partido Republicano tiene un problema. Aunque todavía queda por elegir el 72% de los delegados de la convención de julio en la que se designará al candidato presidencial, Trump avanza a velocidad de crucero en las preferencias de los electores republicanos. El polémico precandidato celebró su victoria con un inusual —para lo que acostumbra— tono moderado que se ha interpretado en EE UU como presidencial.

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Trump no solo ha influido definitivamente en la radicalización del discurso conservador, sino que puede alzarse con la candidatura. Lo que parecía una extravagancia hace meses tiene muchas posibilidades de ser una realidad: que el mismo que insulta y desprecia a minorías, mujeres y extranjeros y que ofrece soluciones vacías a problemas complejos luche por la Casa Blanca en las mismas filas del partido de Abraham Lincoln. A su partido se le agota el tiempo, y está por ver que los esfuerzos del establishment republicano para parar a Trump —por ejemplo, concentrar todas sus energías y medios en otro aspirante— puedan servir para algo.

En el lado demócrata, Hillary Clinton se ha afianzado, pero no puede dar por derrotado al populista de izquierdas Bernie Sanders, prueba —aplicable al caso de Trump— del hartazgo de gran parte del electorado ante una forma de hacer política desconectada de la realidad. Lo que no significa que la alternativa sea mejor.

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