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Tribuna
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Desmontando la deuda

Es esencial que las tendencias que se han enderezado no vuelvan a la casilla de salida

El origen de la crisis económica en España fue el elevado endeudamiento, tanto público como privado, y su manifestación más dolorosa, la alta tasa de paro. Los cambios de trayectoria en estas variables nos avisan de que la salida de la crisis está cada vez más cerca. A partir de 2012, la deuda privada se desinfla de manera intensa desde los máximos de 2010. El desempleo se da la vuelta y empieza a descender a principios de 2013. Y el dato más reciente conocido esta semana: la deuda pública reduce su peso en relación con el PIB en 2015, por primera vez desde que España entró en recesión, siete años antes.

Lo importante a la hora de analizar las variables macroeconómicas es la tendencia. Cuando el actual Gobierno (ahora en funciones) tomó posesión a finales de 2011, la tasa de paro y la deuda crecían sin tregua. En el caso del desempleo, el porcentaje sobre población activa tocó suelo en febrero de 2007 (7,9%) y no paró de aumentar hasta seis años después. La deuda pública registró un mínimo del 34,7% del PIB a principios de 2008 y casi se había triplicado a finales de 2014. Pero hay un momento en que se rompen las inercias y se produce el giro. Esto es lo que nos permite ver las cosas con optimismo, aunque todavía hablemos de volúmenes muy elevados.

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Lo sucedido con la deuda pública es una radiografía de cómo se ha digerido la crisis en España. Por eso es tan importante que se haya producido el cambio de rumbo el pasado año. Las estimaciones del Ministerio de Economía sobre la base de los datos del Banco de España señalan que la ratio de deuda pública sobre PIB se ha situado a finales de 2015 en el 99%. Son tres décimas menos que el registro al cierre del año anterior y, de confirmarse, cumpliríamos además el objetivo fijado en la última comunicación a Bruselas, en octubre del año pasado.

Es un nivel alto que se explica (aunque no solo) por la terrible recesión que sufrió la economía española a partir de 2008 y durante cinco años. Su expresión máxima es el elevado déficit público que rozó un techo del 11% del PIB en el año 2009 y que ha habido que financiar en momentos de mucha complejidad en los mercados. Ha habido que atender, todavía hoy, la deuda de muchas comunidades autónomas porque tenían cerrado el acceso a los mercados. El pago a los proveedores de facturas guardadas en los cajones de comunidades y Ayuntamientos…

Y aquí no acaba la lista. Hay que añadir el saneamiento y reestructuración de parte del sistema financiero que hubo que financiar con un préstamo de nuestros socios europeos, debido a que este problema no se abordó a tiempo o se intentó resolver con paños calientes. Finalmente, la aportación española a los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda, realizada en momentos en que la economía española estaba en dificultades. Y por no dejar nada en el olvido, la financiación del déficit eléctrico.

Lo sucedido con la deuda pública es una radiografía de cómo se ha digerido la crisis en España

¿Por qué se produce este cambio de tendencia en el peso de la deuda pública? Una condición necesaria es la reducción del déficit público. Desde el 9,4% que este Gobierno se encontró en 2011, este desequilibrio se ha rebajado a la mitad. La recuperación de la confianza en la economía española ha permitido también mejorar las condiciones de financiación. Los costes de emisión de la deuda pública española se encuentran en niveles históricamente bajos (0,84% al cierre de 2015) e incluso se ha colocado a tipos negativos. Tanto el año pasado como el anterior ha habido ahorro en intereses de la deuda respecto de lo presupuestado.

Lo que está detrás de que todas estas variables se hayan modificado es que la economía española crece con fuerza, especialmente el pasado año. Si el denominador, que es el PIB, es voluminoso, la ratio baja; es una cuestión puramente matemática. Lo que ya no es tan cartesiano es el crecimiento en sí. Que la economía española haya entrado en 2016 con una velocidad de crucero del 3,5% es algo que no se puede echar a perder. Nos va en ello algo esencial y es que esas tendencias que hemos conseguido enderezar, el paro y la deuda, no vuelvan a la casilla de salida.

Luis de Guindos Jurado es ministro de Economía y Competitividad en funciones.

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