'Spain is different'... gracias a la solapa

Existen distintos caminos para definir algo que no se conoce, o que se ha visto mucho pero se ha definido poco. Uno de ellos es la comparación. De la sastrería española podríamos decir que no es tan rígida como la británica ni tan flexible como la italiana; está en la misma categoría que la estadounidense, aunque no es exactamente igual. De hecho, es bastante distinta. Por eso nos hemos metido en la trastienda de Langa, la clásica sastrería madrileña, donde Joaquín F. Prats trabaja desde hace dos décadas (hoy es considerado el heredero de Mariano, el fundador). En su taller, cada traje requiere 60 horas de trabajo y la intervención de cuatro artesanos. Allí se encuentran las claves de esa elegancia casi invisible que caracteriza a la sastrería española. Esa que domó la silueta de Óscar de la Renta, todavía practica el Rey Juan Carlos y Langa (igual que Jaime Gallo o Cid, Herbón y López) lleva medio siglo defendiendo. Por su solapa los conocerán.

1. El hombro. "Es suave, pero no fruncido, como en la sastrería napolitana", señala Prats.

2. La manga. "Lo suficientemente holgada como para mover el brazo con libertad".

3. Los ojales. "En forma de lágrima. Es es uno de nuestros sellos".

4. La solapa y el cuello. "Lo que nos diferencia del resto de Europa es la solapa con vuelo y el cuello, redondeados. Nadie más los hace así. Vista desde fuera, una chaqueta española parece estrecha, pero resulta cómoda para quien la lleva puesta", explica el propietario de la sastrería Langa.

5. Los tejidos. "Internacionales y nacionales: vicuña, cashmere, pelo de camello, guanaco, seda o alpaca", concluye Prats.