Al fin, un pequeño pacto
Sacar del "gallinero" a los diputados de Podemos despeja una confusión inútil
La colocación de los diputados de Podemos en lugares del hemiciclo del Congreso equiparables al de las principales formaciones termina con la pequeña guerra de nervios desatada por una decisión anterior, que les enviaba a las hileras más altas. No tenía sentido oscurecer así la presencia de sus dirigentes, alejándoles físicamente de los protagonistas de los partidos principales. Lo mismo que fue un sinsentido valorar esa decisión como la prueba de que ya se había constituido la gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos; y que ya se veían sus intenciones enviando a los de Podemos “al gallinero”, según afirmó Íñigo Errejón, número dos de esa formación, con toda la solemnidad de la que fue capaz en su momento.
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El hecho de que se produjeran ambas desmesuras demuestra la hipersensibilidad de las fuerzas políticas en el interregno entre la legislatura anterior y la actual, que no acaba de arrancar porque le falta la decisión fundamental que ha de tomar cada nuevo Congreso de los Diputados: investir a un presidente del Gobierno. Esto es tan cierto que la continuidad de la legislatura depende de que sea posible la elección de un jefe del Ejecutivo, sin la cual el propio Congreso se arriesga a ser disuelto, tal y como prevé la Constitución.
Es indudable que la dificultad para pactar una fórmula de gobierno supera largamente a la de acordar dónde conviene que se aposenten sus señorías. Pero vamos a tomarnos la rectificación —por unanimidad— de la Mesa del Congreso como un pequeño gesto hacia la posibilidad de pasar a la velocidad superior. Nadie medianamente informado ignora el momento delicado en que se encuentra España, en el que hay que afrontar problemas que afectan seriamente a la convivencia entre nosotros mismos. Por tanto, bien está que se despejen las inútiles confusiones que entorpecen la gestión de los asuntos importantes.
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