A la caza del noveno planeta del Sistema Solar
La degradación de Plutón fue un acontecimiento social, pero este hallazgo sería un acontecimiento en la historia de la astronomía
Hay oceanógrafos que se quejan de que conocemos mejor los cráteres de la Luna que los fondos marinos de nuestro propio planeta, pero ahora nos acabamos de sumergir en una versión ampliada a escala cósmica de la misma paradoja. Ahora que hemos descubierto nada menos que 2.049 planetas extrasolares, mundos que orbitan en torno a lejanos soles en las profundidades remotas de nuestra galaxia, la Vía Láctea, seguimos discutiendo si nuestro mismísimo Sistema Solar tiene ocho planetas o nueve. Aunque ambas paradojas se expliquen por sólidas razones técnicas, ambas revelan lo que solo puede calificarse como una forma cósmica de la miopía: ver mejor de lejos que de cerca.
Sí, es posible que nuestro Sistema Solar tenga nueve planetas, después de todo. Ya los tuvo en el siglo XX, pero la degradación de Plutón al estatus ignominioso de planeta enano, en 2006, redujo a ocho el censo planetario de nuestra vecindad espacial, forzó a cambiar los libros de texto de los escolares y hasta generó una oleada global de solidaridad con el pobre planeta depuesto. Pero la decisión estaba bien fundamentada. El astrónomo Michael Brown, del Caltech de Pasadena, no solo había descubierto más allá de Plutón dos objetos del mismo tamaño que él, o incluso mayores, sino que calculaba que podía haber en la región otros 50 planetas de ese estilo. Parecía mejor tener un Sistema Solar de ocho que uno de 58, y Plutón se cayó de la lista.
Ha sido justo la investigación de esos objetos transplutónicos, o más allá de Plutón, la que ha vislumbrado un punto de esperanza de recobrar la gloria pasada. Y, otra vez de forma paradójica, ha sido el propio Michael Brown, el hombre que mató a Plutón en 2006, quien ha descubierto unos hechos que nos pueden devolver un noveno planeta en los próximos años. No Plutón, sino algo mucho, mucho mayor, del tamaño de Neptuno y 10 veces más masivo que la Tierra. Este planeta nueve no ha sido observado, sino inferido por sus efectos gravitatorios sobre media docena de los objetos transplutónicos, que muestran unas formas de coordinación en sus movimientos que solo pueden explicarse por el influjo de un gigante en la zona.
La mayoría de los planetas de nuestro sistema son observables a simple vista, y ya eran conocidos en la antigüedad. Desde entonces solo se han descubierto otros dos planetas: Urano, en 1871, y Neptuno, en 1846. La degradación de Plutón fue un acontecimiento social, pero el descubrimiento del planeta nueve, de confirmarse, sería un verdadero acontecimiento en la historia de la astronomía. Las evidencias son hasta ahora matemáticas, pero sería la primera vez que la existencia de un planeta se predice por sus efectos gravitatorios sobre otro y unos cálculos sofisticados y certeros. Brown y sus colegas admiten que sus observaciones pueden deberse a una casualidad, pero estiman que solo hay una posibilidad entre 15.000 de que lo sea. Ténganlo en cuenta para las porras sobre la existencia del planeta nueve: quien apueste en contra la lleva clara.
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