_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dos historias

Casi todos los políticos son hegelianos. ¿Qué importancia tienen el hambre o el sufrimiento ante el imparable progreso ideológico de la nación

Félix de Azúa

Si uno observa la vida entera de los humanos, tras separarnos del padre simio, puede que vea una larga línea de sucesos que se siguen el uno al otro racionalmente: del politeísmo al monoteísmo, del mundo agrícola al informático, de las monarquías a las democracias, y así sucesivamente. Es la historia según Hegel, en la que cuanto sucede no tenía más remedio que suceder. Hay víctimas colaterales, cierto, pero no cuentan para la historia. Es una historia teológica. Siberia, por ejemplo, para Hegel estaba fuera de la historia. Cuando Dostoievski lo leyó en Semipalatinsk rompió a llorar, como cuenta László Földényi en su célebre ensayo. El terrible sufrimiento, la mortal tortura que estaban soportando los condenados, no entraba en la historia, era daño colateral, inevitable para el avance progresista de la historia real.

Nuestro peregrinaje bajo el sol también se puede ver a la manera de Benjamin y entonces comparece la historia trágica. En este otro modelo, empujadas por el huracán del progreso, montañas de cadáveres se van acumulando a los pies del Ángel del Progreso, el cual avanza, pero de espaldas, horrorizado por la carnicería que va lloviendo torrencialmente ante él. Para esta otra historia, el sufrimiento de los condenados en Siberia es el único contenido de nuestra enigmática residencia en el cosmos.

Casi todos los políticos son hegelianos. ¿Qué importancia tiene el hambre, el sufrimiento, la prisión del inocente, la sumisión del pueblo a la idiotez, ante el imparable progreso ideológico de la nación, piensa Maduro? El pueblo revolucionario se satisface con canciones, prédicas televisivas, deportes viriles, o cuando llevan en sus brazos a un recién nacido, creen Maduro y sus seguidores.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Solo Merkel dejó entrar en la historia, es decir, en Alemania, a la tragedia. Un rato.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_