Laerte Coutinho: “No me incomoda mi historia masculina”
La viñetista brasileña es uno de los personajes transexuales más conocidos del país
La primera vez fue un paseo corto. Laerte Coutinho (São Paulo, 1951) se puso una falda y una blusa y caminó hasta un café de su barrio. Notó miradas, oyó silbidos, algún insulto a sus espaldas, pero no fue tan grave como esperaba. “Creía que sería atacada, ridiculizada”. La viñetista brasileña, muy conocida después de cuatro décadas de trabajo en periódicos, llevaba un año usando ropa femenina en un club de travestismo. Hasta que en 2010 salió del armario, en una entrevista, y decidió que no volvería a entrar. Su primera experiencia a la luz del día fue aquel paseo hasta el bar de la esquina. Dice que le pareció “aterrador”.
El miedo estaba justificado. En Brasil, 689 transexuales fueron asesinados entre 2008 y 2014, según la ONG Transgender Europe. Es la cifra más alta del mundo, de acuerdo con sus datos –aunque la organización no tiene información sobre todos los países-. En los últimos años ha habido mejoras: Brasil prohibía las cirugías de reasignación de sexo hasta 1997, y hoy varios hospitales públicos las practican. También es posible cambiar legalmente de nombre… eso sí, demostrando algo llamado “trastorno de identidad”. Son las paradojas de un país que fuera se ve, a menudo, como sexualmente liberado: “Brasil es muy dispar y ambiguo. Convivimos con grandes liberalismos y extremas represiones y agresividad hacia la población LGBT, las mujeres, los negros, las minorías…”, dice, con la manicura cuidada, tocándose el pelo y llamando al gato.
Laerte achaca parte de la intolerancia a una ola de conservadurismo político que trata de restringir el concepto de familia a uniones de hombres y mujeres o de hacer todavía más difícil la interrupción del embarazo (ya prácticamente imposible de conseguir de forma legal). “¿A quién representa este Congreso? ¿Tiene la proporción de negros que tiene la población brasileña? No. ¿La proporción de mujeres, de LGBT, de indígenas…? No. Lo que existe es un bando de empresarios blancos ricos que no representa a la sociedad”, subraya.
Laerte defiende su lucha tanto en la Asociación Brasileña de Transgénero que ayudó a crear como en el periódico Folha de S. Paulo, donde publica viñetas a diario, y a menudo, desde las portadas. En 2013 posó desnuda en la revista Rolling Stone. Un año antes protagonizó una polémica porque una mujer le recriminó que usara el baño femenino de una cafetería. El gerente le pidió que usase el masculino. “El baño es una cuestión crucial. Uno puede hasta permitir que un transgénero circule en el mismo espacio social, pero el baño es tabú. Los conservadores han llegado a proponer un tercer baño: para gente extraña. Para alienígenas”, bromea. Fue sonada la respuesta de un famoso columnista de la revista Veja, Reinaldo Azevedo, que la acusó de representar las “microdictaduras de minorías” y se refirió a ella como “un hombre que va por ahí vestido de mujer”.
En general, sin embargo, Laerte es bien recibida. “Me tratan con mucho respeto y cariño. Me sorprende mucho constatar eso en un país que mata travestis de forma bárbara y trata a las mujeres de forma bárbara. Pienso: ¿soy una privilegiada porque soy blanca, periodista, conocida? Cuando hice la transición estaba en mi momento de más popularidad. Y no perdí lectores”. Se convirtió en la cara de la comunidad transgénero en Brasil. “Es importantísimo que existan modelos positivos. Yo nunca los tuve de joven. Existir de forma tranquila, asumiendo identidades antes prohibidas, es transgresor y produce resultados”, asegura.
Todavía muchos la tratan de él, pero no le molesta demasiado. “Mis hijos y mis amigos de hace décadas usan el masculino. No tengo problemas porque son personas que amo, con las que tengo una historia. No siento la necesidad de decir: ‘De ahora en adelante mi nombre es Sonia”. El nombre lo escogió en 2009, sin pensarlo mucho, mirándose al espejo. Pero lo ha ido dejando de lado, en parte porque su público la conoce como Laerte. “No he dejado de ser lo que siempre fui. Soy conocida como un viñetista, un periodista hasta los 60 años y después una mujer, una persona transexual que también es periodista y viñetista. No me incomoda mi historia masculina. Lo que tengo es un gran aprecio por mi identidad femenina. Cada vez más”.
Descubrió su identidad en 2004 a través de su trabajo. Publicó una viñeta donde un hombre maquillado, de tacones, decía: “A veces un tipo tiene que montarse”. Una lectora le dijo que, si acaso la viñeta era autobiográfica, existía un lugar donde probar, el Brazilian Crossdresser Club, donde Laerte participó unos años. Le picó la curiosidad. “Bendita Internet”, suspira. Con el tiempo pasó del crossdressing (vestirse con elementos normalmente asociados a otro género) a asumirse como trans. Aunque opina que las etiquetas no deben limitar porque “la cultura de géneros es opresiva para hombres y mujeres”. A sus 64 años sigue descubriéndose a sí misma. “Cómo me construyo, cómo me presento, cuánta mujer soy y qué tipo de mujer soy… Esas preguntas no tienen fin”.
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