La reinvención de la casa japonesa
Jutaku significa casa en japonés. Y Jutaku son también las viviendas en las que lo extraño se siente en casa. Veamos por qué.
En Japón, la normativa urbanística de las ciudades no prevé un mínimo espacio construible. Como resultado, los solares están cada vez más subdivididos y, consecuentemente, son también cada vez menores. Si a eso se le suma que la posibilidad de comprar una casa antigua no es un recurso habitual (apenas existe la venta de vivienda de segunda mano) se entenderá mejor la osadía de muchas viviendas unifamiliares, ya que la vida media de una casa ronda los treinta años. Ese plazo tan corto de tiempo, sumado a la carestía del suelo en las cinco principales islas del archipiélago (aunque fundamentalmente en la de Honshu, donde está Tokio) es una de las razones que explican el ingenio y la sorprendente imaginación que despliegan tantas viviendas japonesas.
El insaciable apetito por la novedad de los japoneses se plasma, según la historiadora norteamericana Naomi Pallock, también en sus viviendas. Las más de 400 casas unifamiliares que ella ha seleccionado en el libro Jutaku, que acaba de publicar la editorial Phaidon, dibujan un mapa tan excéntrico como innovador. Algunas, como la Casa Na que Sou Fujimoto levantó en Tokio en 2011, retoman el Raumplan de Adolf Loos para cuestionar la división de la planta en favor de la división de la sección. Otras, la mayoría, buscan asegurarse cierta privacidad. Las mejores combinan esa búsqueda con la de la ventilación y un grupo numeroso simplemente está diseñado a partir de las dimensiones de los muebles de los propietarios o con objetivos que a un occidental le podrían parecer caprichosos, como poder ver un ciruelo desde el salón o sentir la presencia de los niños, los abuelos o la pareja. No es rara la opción de colocar la cocina encima de todo, el lugar de la casa con más luz, en vez de priorizar la facilidad para almacenar la compra que ubica hoy nuestras cocinas modernas en la planta baja de las viviendas, como las ubicaba antiguamente por cuestiones de seguridad con el manejo del fuego.
“¿Qué hace que lo extraño se sienta en casa en Japón? se pregunta Pollock. El vaivén, la extravagancia y la osadía de las viviendas japonesas tienen además varias razones comprensibles desde nuestra lógica. Existe una razón histórica, la que mantenía la forma sustituyendo los materiales –las maderas, los tatamis o las pantallas de papel- de las partes en las viviendas tradicionales japonesas. Otra urbanística: incluso hoy en Tokio, las medianeras no permiten que las casas se toquen para evitar la propagación del fuego. Así, cada vivienda es como un diente: puede tratarse individualmente. El aprovechamiento del terreno y del volumen constituye el mayor reto de cualquiera de las construcciones urbanas niponas. Así, desde la conciencia de un tiempo muy limitado, se entiende mejor la escasa convencionalidad, los retos estructurales y las geometrías contorsionadas que dibujan viviendas que parten de cero porque saben que su razón de ser está lejos de la permanencia. Son viviendas-guía que invitan a sus dueños a reinventar su manera de vivir.
Babelia
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