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Tom Hanks: “Soy un tipo normal pero rodeado de fama”

A punto de cumplir 60 años, y para seguir con su eterno papel de hombre corriente, el actor habla de enfermedades y problemas familiares. Las quinielas le sitúan como candidato a un nuevo Oscar

El actor Tom Hanks.
El actor Tom Hanks.jeff vespa (getty images

Tiene un asteroide con su nombre en el espacio y una colección de máquinas de escribir en su casa. Para los niños es parte de su infancia gracias a Woody, el vaquero de Toy Story, y los gais lo consideran uno de los suyos después de que consiguiera romper barreras con Filadelfia. Su capacidad de meterse en pieles ajenas es tal que Steven Spielberg no se cansa de dirigirlo. Su cuarta colaboración juntos es El puente de los espías, que se estrenó el pasado viernes en España, y que podría suponer la sexta candidatura de Tom Hanks al Oscar y quién sabe si su tercera estatuilla. Sin embargo, él se considera "un hombre corriente". "El padre idiota que intenta hacer bien las cosas, pero que también mete la pata", añade.

Ha amasado una fortuna de más de 8.000 millones de euros interpretando, por lo general, a gente corriente. El mismo tipo de hombre que dice ser este californiano que el próximo año cumplirá los 60. “Soy un tipo normal pero rodeado de fama. Hablamos mucho sobre eso en mi familia. Para mis hijos no soy más que su padre. Pero, ¡dios mío lo que hace un nombre! La gente se vuelve loca cuando se da cuenta de que la persona corriente y moliente que tenían hasta hace un minuto a su lado comiendo en el restaurante está relacionada con el tonto que estrena El puente de los espías. No me quejo y a estas alturas mis hijos han aprendido a vivir con ello, pero sigue siendo algo increíble”.

Hanks habla con el mismo tono bonachón de algunos de sus filmes, bromeando en cuanto puede, para escapar de la pregunta o para divertirse con su respuesta. Son tantos años concediendo entrevistas que incluso da consejos. Por ejemplo, mejor no preguntarle por su trabajo preferido. “Es de periodistas vagos”, dice (aunque luego admite que Socios y sabuesos le trae grandes recuerdos). “Sería como preguntarme cuál de mis cuatro hijos es mi preferido”, añade impostando la voz. Hanks volverá a encarnar a otro hombre corriente en una situación inesperada como lo fue Chesley Sullenberger, el capitán que hizo un amerizaje en las aguas del río Hudson salvando a todo el pasaje. El actor dará vida al valiente piloto en Sully, la película que está rodando a las órdenes de Clint Eastwood.

Pregunta. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que utilizó un vuelo comercial?

Respuesta. Espero que no quiera la fecha exacta porque hace mucho, mucho tiempo. Como le pasaría a cualquiera, me ilusiono cuando el estudio me lleva de viaje en chárter privado. Genial, viaje gratis, me digo. No son aviones grandes, pero son cómodos. Al menos para cuatro personas. Quizá seis. Pero cuando te acompaña todo el departamento de marketing, el viaje puede hacerse muy largo.

P. ¿No me diga que echa de menos los vuelos en clase turista?

R. Ni los echo de menos ni tengo mala conciencia por volar en jets porque cualquiera que se lo pueda pagar, lo hará. Nadie me discutirá que los vuelos comerciales no son más que un camión de ganado con alas. No me quejo de mi fortuna.

Tom Hanks, con su esposa Rita Willson.
Tom Hanks, con su esposa Rita Willson.GETTY

Hanks no se queja porque sabe que la vida golpea a todos por igual, no importa si eres o no famoso. Y los últimos tiempos han sido una pelea continua. El actor fue diagnosticado con diabetes tipo 2, “de la adquirida”, su hijo Chet Marlon Hanks ha tenido problemas con las drogas y, el último mazazo, ha sido la doble mastectomía a la que se sometió su esposa, la también actriz Rita Wilson, en su lucha contra el cáncer de mama. “Ahí es cuando sabes lo afortunado que eres porque te puedes pagar los mejores cuidados del mundo”. Pero tampoco oculta su enfado: “Te das cuenta de la sociedad de depredadores en la que vivimos. Porque son muchos los que intentan sacar dinero de la tragedia, recomendando procedimientos, alimentando falsas esperanzas, solo pensando en su propia ganancia”, gruñe un enamorado del medioambiente, activista concienciado, solidario y, por encima de todo, estadounidense. En su generación, pocos actores se sienten tan puramente americanos como Tom Hanks.

P. ¿Cómo explica su patriotismo?

R. Prefiero hablar de alguien involucrado con la sociedad en la que vive. Sé que en la actualidad es difícil tomarse las cosas en serio. Los debates políticos son de broma. Pero como ciudadano es necesario conseguir un balance entre ser extremadamente cínico y ser extremadamente optimista. Es difícil, pero hay que hacerlo.

P. ¿Se considera un buen negociador?

R. ¿Yo? Un inútil. Con mi familia soy el que siempre sale perdiendo.

P. ¿Consigue al menos un ten con ten en casa? ¿Cómo equilibra la estrella y el padre?

R. No somos de los que tenemos pósters de nuestras películas colgados en las paredes de casa, pero mi esposa sabía que se casaba con un actor y no con un dentista. Y mis hijos supieron desde pequeños que papá tenía un trabajo raro. Saben de mis películas porque el corte de pelo es diferente o me he teñido el bigote. Un trabajo que nos da la oportunidad de pasar vacaciones gratis en Budapest o Marruecos. Al menos a ellos, a mí me toca trabajar. La mejor forma de equilibrar una familia es desayunar juntos, y lo intentamos.

P. ¿Cómo ha cambiado esta rutina el cáncer de su esposa?

R. Todos sabemos que, dinero o poder al margen, no hay nada más infernal que un problema de salud. Ese sí que es un momento de reflexión que detiene todo lo que está a tu alrededor y hace que te fijes en las cosas importantes. Han sido... ¿Un año? ¿Nueve meses de tratamiento? Desde que Rita recibió su diagnóstico en diciembre la vida fue completamente diferente. Pero me arrodillo ante su entereza. Fue su decisión compartir su diagnóstico con el mundo, una decisión igual de valiente que la de aquellos que prefieren lidiar con ello a solas. Lo digo de corazón, toda mi admiración porque los que están al lado solo pueden estar ahí. Dejarlo todo y estar ahí.

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