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En la caja negra con Eugenio Recuenco

48 horas de trabajo en el campo de Ávila junto a uno de los fotógrafos españoles más reclamados por la industria de la moda

Elisabet Sans
Las modelos, los alumnos y el equipo de Eugenio Recuenco, en el interior de la caja negra en la que realizó sus fotos en Ávila.
Las modelos, los alumnos y el equipo de Eugenio Recuenco, en el interior de la caja negra en la que realizó sus fotos en Ávila.WORKSHOP EXPERIENCE

La cita es a las nueve de la mañana de un sábado en el Estudio Harley —un antiguo taller de la mítica marca de motos— de la escuela de fotografía y maquillaje Workshop Experience de Madrid. Las presentaciones dan una idea del esperado encuentro en Ávila con el gran protagonista del fin de semana, Eugenio Recuenco, uno de los fotógrafos españoles más reclamados por el mundo de la moda. “¡Cómo entiendo que hayas venido! Hay pocos fotógrafos como él, y menos en España. Esto es como si te dejara entrar un poco en su vida”, exclama la vasca Marta Pérez Elosua al brasileño Rodrigo Braga, quien ha viajado a España solo para pasar dos días viendo trabajar a Recuenco y su equipo en exteriores. “Para mí es un día especial, es como conocer a un genio en vida”, reflexionaba el barcelonés Carlos Pareja.

“Es fácil que la gente pueda acceder a mis fotos, pero que les gusten y alguien de Brasil, Guatemala, Miami, Costa Rica y Venezuela haga el esfuerzo de venir a España me honra. Aunque también te mete mucha presión, no porque lo vayas a hacer mejor o peor, pero sí que quieres que lo que vas a explicar sea lo que buscaban”, cuenta Recuenco, sin saber que entre los asistentes también hay una bióloga ocular que busca certificar su cambio de rumbo.

El fotógrafo Eugenio Recuenco.
El fotógrafo Eugenio Recuenco.workshop experience

Lejos de la idea de fotógrafo estrella que pueden representar Annie Leibovitz, Mario Testino o Terry Richardson, él confiesa que le gusta pasar desapercibido. Aunque en 48 horas no lo tendrá fácil: 30 alumnosle seguirán a todas partes con auriculares para no perderse ni una de sus palabras. Desde el montaje de la gran caja para conseguir que los paisajes tras la tela negra parezcan pintados, al estilismo de las modelos, el atrezo, las pruebas de foco y el retoque digital —del que se encarga su mujer, Paz Otero, a la que conoció en la Facultad de Bellas Artes—. Recuenco (Madrid, 1968) no deja nada al azar, y para él tener que contar cómo hace las cosas es la mejor manera de reflexionar sobre su trabajo.

“No queremos conferencias, sino que los alumnos vean los mil problemas que hay en una producción y los sepan solucionar”, cuenta David Casas, director comercial de Workshop Experience —ya tienen en marcha el siguiente sobre fotografía social—. A Recuenco eso le va como anillo al dedo: “No vengo diciendo ‘mirad que bien se me da’, sino para que veáis lo que cuesta”. “Me gusta mucho más esto que tener que enseñar mi trabajo en una clase, ahí todos están atentos por lo que he hecho cuando para mí lo importante es lo que me queda por hacer”, dice. Y a este fotógrafo que ha trabajado para las principales revistas de moda (Vogue, Vanity Fair, GQ) y las más prestigiosas firmas del mundo (Nina Ricci, Loewe o Yves Saint Laurent), y ha ganado el León de Oro del Festival de Cannes (2006 y 2013), aún le queda mucho carrete.

Está en la fase de montaje de su nuevo corto, le faltan unas 30 fotografías para terminar su proyecto 365 —en el que trabaja desde 2010—, está confeccionando una serie fotográfica sobre sexo y, además, realiza editoriales de moda y campañas para marcas. Tantos frentes abiertos le han obligado a paralizar la película en la que lleva trabajando seis años. Basta un fin de semana junto a él para llegar a entender por qué: la idea original de realizar dos fotos, se convierte en tres imágenes cada jornada para su serie en la que mezcla cuadros clásicos con objetos de hoy, como un iPad. Desde las 12 de la mañana hasta la puesta de sol el primer día —con visita incluida de un niño vestido de comunión, hijo de los propietarios del terreno, para protagonizar su propia sesión de fotos— y hasta la caída de la niebla, tras nueve horas en el campo, el segundo. Un proyecto financiado, en parte, con los 900 euros que pagaron estos particulares asistentes pegados a sus cámaras. “No tiene miedo a la copia, cuando alguien lo intenta, él ya piensa en otra cosa”, asegura su mujer.

Una de las técnicas de Recuendo: la construcción de una especie de caja hecha con telas negras para que aquello que queda fuera de ella parezca como pintado en la imagen final.
Una de las técnicas de Recuendo: la construcción de una especie de caja hecha con telas negras para que aquello que queda fuera de ella parezca como pintado en la imagen final.workshop experience

La perfección no existe

Los alumnos escuchan las explicaciones de Eugenio Recuenco (de espaldas).
Los alumnos escuchan las explicaciones de Eugenio Recuenco (de espaldas).workshop experience

Recuenco demuestra así que para él nunca existe una instantánea perfecta, porque la imaginación, dice, siempre viaja más lejos. Un poco como él, aunque le gustaría que le salieran más trabajos en España. Acostumbrado a que se describa su obra como pictórica y cinematográfica por la amplia y cuidada escenografía de sus fotos, preferiría añadir un adjetivo más a su estilo: “Son así porque es lo que he necesitado en los últimos años, pero me gustaría que cuando yo cambie también lo haga mi fotografía. Por encima de todo, lo que intento es que mi trabajo sea lo más honesto posible”.

“Me llevo una experiencia vital, estar 48 horas con él y ver cómo piensa, porque la técnica es cara”, reflexionaba al final Carlos Pareja. ¿Un titular del brasileño que ha viajado más de 7.500 kilómetros? “Hemos visto la complejidad de la sensibilidad”.

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Sobre la firma

Elisabet Sans
Responsable del suplemento El Viajero, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en secciones como El País Semanal, el suplemento Revista Sábado y en Gente y Estilo. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Ramón Llull de Barcelona y máster de Periodismo EL PAÍS.

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