Voz de Arcángel
Se lo aseguro, no es necesario que les guste el flamenco, para este arte no hay que ser experto. Se sienta una y escucha. Haga la prueba: es una hora provechosa para el alma, tan beneficiosa como la meditación


¿Cuánto tiempo hace que no escuchamos un disco de principio a fin? La música a través de la red ha mermado de tal manera nuestra concentración que los artistas componen diez temas para que sus seguidores nos limitemos a almacenar uno. Somos alentados a escoger nuestras canciones favoritas y nuestra mente se acomoda a los temas más populares. Imaginemos que recordáramos de nuestra adolescencia solo la cara A de los discos que nos acompañaron. Imposible. La banda sonora de mi generación es rica en caras Bs, esas otras canciones que al principio no nos atraían tanto pero que iban ganando terreno a los grandes éxitos.
Pues bien, estos días me he propuesto romper esa inercia perezosa y he escuchado tres veces seguidas, Tablao, el último trabajo de Árcangel, que estos días sale al mercado. Lo extraordinario es que este disco proporciona un placer inmediato de principio a fin. El joven cantaor de Huelva lo ha ido grabando en directo en tres tablaos, y el resultado es un disco de flamenco tal y como a mí me gustaría siempre disfrutarlo: en un espacio reducido, cerquita de los artistas, sin amplificación, sintiendo la respiración del cantaor y el roce de los dedos del guitarrista por las cuerdas, escuchando el ritmo trepidante de un taconeo y el compás de las palmas. Esos son los elementos que acompañan a la dulce y sabia voz de Arcángel, que dibuja figuras prodigiosas en el aire. Fandangos de Huelva (tierra de nuestro hombre), bulerías, alegrías, tangos, malagueñas. Cuánto pellizco.
Se lo aseguro, no es necesario que les guste el flamenco, para este arte no hay que ser experto. Se sienta una y escucha. Haga la prueba: es una hora provechosa para el alma, tan beneficiosa como la meditación. O más.
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