La tropa
Pero el problema es más profundo. Para que Podemos pueda gobernar debe ganarse a la clase media, y eso es lo que intenta desde que las encuestas lo señalaran con el dedo
He preguntado por curiosidad si el general Rodríguez se ponía unos vaqueros y se iba a la Puerta del Sol cuando salía del ministerio, y nadie lo recuerda. No parece que venga del 15-M, sino del generalato puro y duro. No es un demérito, pero tampoco es como para que le hagamos tantas fiestas ni, mucho menos, para que le ofrezcamos a lo loco un ministerio. Simpatizo con Podemos desde su aparición, es más, se lo canto y se lo bailo, como si estuviéramos en El hormiguero, para ponerme a la altura de la situación política: “sin saber que existías te deseaba y antes de conocerte te adiviné y llegaste en el momento en que te esperaba, no hubo sorpresa alguna cuando te hallé”. La sorpresa se ha producido con el paso de los días y con los cambios de criterio, parte de los cuales comprendo, aunque no todos. Una fuerza política de esa naturaleza debería llevar en su programa, sin complejos, la nacionalización de los sectores estratégicos (agua, electricidad), lo que resulta posible incluso en la ciénaga de capitalismo salvaje en la que chapoteamos.
Pero el problema es más profundo. Para que Podemos pueda gobernar debe ganarse a la clase media, y eso es lo que intenta desde que las encuestas lo señalaran con el dedo. No hablamos de la clase media económica, sino de la clase media mental, que no siempre coinciden. Con la inclusión de un militar de alta graduación en sus listas, puede llevarse muchos votos de la mentalidad media, pero quizá sea abandonado por las vanguardias de la clase trabajadora, incluso por las de la burguesía progresista que ocupó en su día la Puerta del Sol. Significa que si ganara, se convertiría en un PSOE. Para eso, es mejor que pierda y haga una oposición en la que la protagonista sea la tropa.
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