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MIRADOR
Columna
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Mariano, sé fuerte

Se equivocan los que esperan de Rajoy que reaccione a cualquier problema y actúe

Julio Llamazares

Hay un detalle de la personalidad de Mariano Rajoy que mucha gente desconoce y es su admiración por Cela, ese gran antisistema cuyo féretro llevaron a hombros a la tumba cuatro ministros, uno de ellos el propio Rajoy. De él el actual presidente del Gobierno español aprendió ese lema que guio toda la carrera del premio Nobel gallego y que la convirtió en su epitafio: el que resiste gana.

Así que se equivocan los que esperan de Rajoy que reaccione a cualquier problema y actúe y los que le critican por su pasividad. En el vocabulario de Rajoy no existe la palabra acción, solo el verbo resistir. Y no le ha ido mal hasta ahora. Gracias a su resistencia, combinada con la inacción y el no ponerse nervioso, ha pasado de registrador de la propiedad a presidente de España sin haber tomado una decisión que no haya sido obligada por las circunstancias. Y así sigue, resistiendo todos los golpes como esos muñecos de feria que se levantan una y otra vez después de cada caída. “Mariano, sé fuerte” se ve que se dice a sí mismo cada mañana para darse ánimos, como hizo con el tesorero de su partido cuando este comenzó a tambalearse ante una justicia que le pedía ya explicaciones de sus cuentas en Suiza y de otros dineros de destino incierto. Aquel “Luis, sé fuerte” que la gente interpretó como una invitación a no abrir la boca en realidad era la repetición de lo que él se dice a diario a sí mismo: sé fuerte, resiste, Mariano, que el que resiste gana.

Ha pasado ya una legislatura y Rajoy sigue ahí, resistiendo más que gobernando España. Porque su estilo no es actuar. Como tampoco lo ha sido hasta hace muy poco (hasta que las encuestas le aconsejaron salir de su cascarón de centollo) decir nada concreto, como mucho “¡Llueve mucho!”, “Estoy un poco cansado y me voy a ir a dormir” o “Los vasos son vasos y los platos son platos”. Gracias a ello ha salido indemne de todos los ataques de sus opositores y ha resistido los vendavales de una legislatura que no ha sido fácil ni mucho menos y que hubiera hecho tambalearse a políticos con más madera de presidente. Pero a Mariano no. Mariano es un resistente, un tentempié de barraca de feria, un moderno Frankenstein que no se pone nervioso nunca. De ahí que siga en el primer puesto de la parrilla de salida para volver a ocupar la presidencia del Gobierno de España según las encuestas sin haber hecho nada salvo resistir ni haber dejado una sola frase para la historia. Fraga y Cela, sus dos mentores espirituales, estarían orgullosos de él.

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