Uno y ¿cuántos más?
El pasado jueves se acordó la puesta en libertad de tres de los implicados en el caso de Richard Ángel, el joven asesinado a las puertas de una discoteca a principios de año. Un altercado que acabó en una gran desdicha en la que los partícipes quedaron sometidos bajo los efectos del mayor causante de desastres de todos los tiempos, el alcohol. La muerte de Richard es solo una de las más de tres millones que su consumo causa cada año (según la OMS). Me pregunto si llegaremos a comprender lo ignorantes que somos al suponer que un homicida como es el alcohol puede ser capaz de enriquecer nuestras vidas y ser un objeto de diversión.— Javier Gómez Barroso.
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