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LA PUNTA DE LA LENGUA
Columna
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Madrastras y padrastros

Esas palabras reciben el influjo del sufijo ‘-astro’, que forma vocablos despectivos como “camastro” o “poetastro”

Álex Grijelmo

La sucesión de divorcios y matrimonios, tan frecuente hoy en día, provoca que algunos padres procreen primogénitos que sin embargo ya tienen hermanos en el momento de nacer. Y el Diccionario ofrece para esos supuestos palabras como “madrastra” o “padrastro”.

La escritora Elvira Lindo hablaba con Gemma Nierga en la SER el pasado martes sobre el término “madrastra”, que le parecía connotado negativamente.

Tenía razón, las madrastras han sido descritas, sobre todo en los cuentos, como seres perversos (no sucede tanto con los padrastros). Y, por si eso fuera poco, resuena en estos vocablos un sufijo emboscado: -astro o -astra. La semana pasada señalábamos la fuerza analógica de otra sufijación: “podemitas” en vez de “podemistas”. (“Podemistas” se situaría en analogía con “socialistas” o “centristas”; es decir, partidarios de unas ideas; mientras que “podemitas” se alinea con “jesuitas”, “husitas” o “ismaelitas…”, y así los connota como seguidores de unas creencias…, a menudo desviadas de la fe verdadera).

Quizás con el tiempo “madrastra” y “padrastro” pierdan sus tintes peyorativos gracias a los miles de personas entrañables que ejercen ahora ese papel

“Madrastra” o “padrastro” tienen ahora un significado neutral que describe una situación objetiva (el cónyuge nuevo de quien ya tenía hijos), pero reciben el influjo de otro sufijo: el que forma vocablos despectivos como “camastro”, “musicastra” o “poetastro”.

El diccionario de Covarrubias (1611) definía “madrastra” como la esposa de un padre con hijos anteriores, y agregaba: “Siempre se presume que a ellos tales no les quiere bien”. A su vez, el padrastro despertaba “recelos” en los hijastros de que “si puede, les hará daño”.

El primer léxico de la Academia (1734) ofrece ya definiciones neutrales, pero les añade acepciones despectivas. Así, “madrastra” era además “cualquier cosa del género femenino donde se experimentan contratiempos o perjuicios”. Y el término “padrastro” nombraba, como hoy, los molestos pellejos junto a las uñas y cualquier daño que se sufra.

El Diccionario de 2014 incluye aquellas definiciones objetivas, pero también esta segunda acepción de “padrastro”: “Mal padre”. Y en “madrastra”: “Madre que trata mal a sus hijos”; con un ejemplo de ese uso en sentido figurado: “La naturaleza es madrastra de los hombres” (el sentido al que acudía Víctor Manuel en aquella emocionante letra suya que a veces se atribuye a Blas de Otero por un parecido intencionado en el primer verso: “España, camisa blanca de mi esperanza, a veces madre y siempre madrastra”…).

Quizás con el tiempo “madrastra” y “padrastro” pierdan sus tintes peyorativos gracias a los miles de personas entrañables que ejercen ahora ese papel. Pero todavía se usan mucho en la designación neutral rodeos como “el marido de tu madre”, “la pareja de su padre” o “la novia de mi madre”.

Para alentar ese cambio y recuperar la palabra más precisa, urgen nuevos cuentos con madrastras y padrastros de buen carácter.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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