Pasaportes y sentimientos
El patriotismo es sano siempre que no se proyecte contra los otros
Patriota es la "persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien". Llevo un rato intentando encontrar algo malo en ello para escribirlo y dar satisfacción a muchos, pero no lo veo. Otra cosa es si se deforma ese sentimiento, algo muy común, pero para eso existe la palabra patriotero ("Que alardea excesiva e inoportunamente de patriotismo"). Su reverso es igualmente estúpido: Corbyn negándose a cantar el himno en el oficio por los caídos en la Batalla de Inglaterra. Siempre me han gustado los solitarios, pero también quienes son capaces de remar juntos. Y eso es un país: un empeño común. El problema surge cuando el patriotismo se instrumentaliza contra "los otros", cuando uno de sus principales aglutinantes es la agresividad y el desprecio. Es un recurso clásico de los tiranos como Franco. En España con su muerte no se acabó la rabia: el virus, residual en su versión españolista, se alojó principalmente en los nacionalismos vasco y catalán. Algunos, que procuran su bien particular frente al de su patria, han conseguido así que se hable del 50 y no del 3%.
La actitud destructiva y a la vez calculadora de los independentistas es tan hipócrita como ventajista y peligrosa
"El que no ama su patria no puede amar nada", escribió lord Byron, y yo no estoy de acuerdo. "Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de lo que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, vanagloriarse de la nación a la que pertenece por casualidad", escribió Schopenhauer. De acuerdo, no hay que vanagloriarse de nuestra nacionalidad, porque nos viene de nacimiento. Pero, ¿y sentirse un privilegiado, en mi caso por ser español? Quizá igualmente conscientes de ese privilegio, en el delirio catalán (donde la Generalitat financia congresos en los que se afirma que El Quijote se escribió en catalán, y que la versión castellana es una "mala traducción") algunos desean independizarse y conservar el pasaporte de los opresores, que además son unos vagos. Para partirse de risa. Que todo esto lo sufran principalmente los catalanes no me consuela, en parte porque son tan españoles como yo.
Disfrutar de un pasaporte determinado no obliga a albergar sentimientos preestablecidos, pero la actitud destructiva y a la vez calculadora de los independentistas es tan hipócrita como ventajista y peligrosa. Junqueras y Mas golpean a Cataluña fingiendo acariciarla. Desde fuera se les ve mejor el plumero porque sólo nos golpean. El patriotismo es sano siempre que no se proyecte contra los otros, e insano, si se proyecta contra los demás. Es la enorme distancia que separa a Gasol de Piqué. Dividir un país en reinos de taifas beneficiaría sólo a los gobernantes y sus allegados. ¿Al 3, al 10, al 20%? A los demás les partiría. Y no de risa, sino por la mitad.
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