Un ‘Hadid’ que no parece Hadid
La laureada arquitecta diseña el puente Dajiang sobre el río Tamsui para que sea el mayor del mundo sujeto por tensores
Cómo se pueden interpretar los cambios estilísticos en los arquitectos que han hecho de determinada estética su sello de identidad? ¿Evolución? ¿Pluralidad? ¿Amplitud de miras o ampliación desmesurada del estudio? Aunque es habitual que las modas —formales o materiales— se dejen sentir en el aspecto de los edificios, hoy se altera en apenas lustros lo que antes no se cuestionaba en siglos. A pesar de eso, la historia no está plagada de figuras como Le Corbusier que, cual Picasso de la arquitectura, ensayó objetivos y soluciones formales diversas en cada década de su vida profesional. Desde esa perspectiva, sorprende la sutileza del puente que el estudio de la iraquí Zaha Hadid ha propuesto para cruzar la desembocadura del río Tamsui, en Taipei, al norte de la isla de Taiwán.
La primera arquitecta galardonada con un premio Pritzker acaba de ganar —asociada a los ingenieros Leonhardt, Andrä & Partner y Sinotech— el concurso para levantarlo cerca de uno de los puertos que más rápidamente están creciendo en Asia. Y su propuesta para el puente Danjiang ha sido la de un ingeniero: priorizar el uso por encima del emblema. Priorizar la conexión entre barrios y reducir el tráfico en los centros urbanos será el resultado de unir dos autovías con las grandes autopistas que recorren el país. El puerto de Taipei será el gran beneficiado por esa nueva fluidez en la circulación del tráfico terrestre.
Está previsto que un metro ligero atraviese el puente junto a una vía peatonal para unir el puerto con la ciudad de Bali. Con ese nudo de comunicaciones montado sobre, en torno a y junto al puente, tal vez no sea casualidad que arquitectos e ingenieros hayan optado por simplificar. La pregunta podría ser entonces ¿para qué necesitan a Hadid? Y la respuesta deberíamos buscarla en la identidad del puente.
Entre las ciudades taiwanesas de Tamsui y Bali, el estuario del río Tamsui es una zona de recreo a la que la gente llega para contemplar la puesta de sol sobre el estrecho de Taiwán. Lo último que un nuevo puente debe hacer en un lugar así es molestar. Por eso una estructura de cables tensados reduce la presencia de la pasarela al mástil que lo sujeta. Así, Hadid concentrará sus habilidades en un único elemento de hormigón para sujetar un recorrido de casi un kilómetro. Ese mástil hará que el puente Dajiang sea el mayor del mundo sujeto por tensores desde una única torre asimétrica. Más allá de reducir la huella de la arquitecta, el encargo exige sintetizarla: se busca un mástil estructural y memorable a la vez. Se trata de quitarse de en medio, pero también de resultar inolvidable. Que encarguen a una arquitecta reconocida por la vistosidad de su obra un proyecto que busca la invisibilidad sólo puede ser un gran reto, para la profesional, o un gran despiste, para el cliente que la ha contratado. Que alguien dedicado a la investigación formal resulte elegido para un ejercicio de síntesis es una de las paradojas de la arquitectura del siglo XXI.
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