Rudy Fernández: "Hablo catalán, tengo familia allí y me siento español"
El baloncestista, vestido por Scalpers, se la juega hoy ante Grecia en el Eurobasket. En esta entrevista habla desde su privilegiada situación al haber vivido en Barcelona y Madrid
La expresión de Rudy se tuerce. Está recordando uno de los episodios más surrealistas y desagradables del baloncesto de los últimos tiempos. Ocurrió hace dos temporadas, en Kaunas (Letonia). Allí, dos aficionados letones del Zalgiris (los gemelos Maciai) le esperaron a la salida de la cancha y le agredieron. La noticia fue primera página de muchos medios deportivos (y generalistas) y el jugador del Real Madrid guardó silencio. Pasado el tiempo, Rudy Fernández (Palma de Mallorca, 30 años) reflexiona: “Es de las peores cosas que he vivido como deportista”. Traga saliva, se para unos segundos y continúa: “Pero no fue culpa de ellos. Después me enviaron una carta disculpándose. Los responsables son la gente que hace determinadas cosas para que los aficionados se enciendan”. Nos confirma que no llegaron a las manos: “Me cogieron los auriculares de música y nada más”.
Pero no recordemos a la estrella escenas desagradables. Porque actualmente este hombre vive acosado por la felicidad, con inflación de alegrías. Seguramente, 2015 está siendo el año más dichoso de su vida. En lo deportivo, ganó con su equipo, el Real Madrid, la Liga, la Copa del Rey y la ansiada Euroliga (la Champions del basket); en lo personal, se casó con la modelo Helen Lindes. El año puede acabar con dos sensacionales noticias más: la consecución del Eurobasket con la selección española (hoy disputa, 18.30, los cuartos de final ante Grecia) y el posible anuncio de su paternidad.
Cuando viajas tienes la mente mucho más abierta. Hablo catalán, tengo mucha familia allí, y me siento español”
Hablando de ser padre y contraer (más) responsabilidades: el jugador cuenta 30 años y sus espléndidas prestaciones de esta temporada no vislumbran la retirada. Aunque reconoce que sus intereses comienzan a ser otros: “Para mí sólo existía el baloncesto. Pero ahora tengo otras prioridades que no son el deporte. Antes no me preocupaba por mi vida personal. Sólo pensaba en la cancha: en encestar, en defender, en atacar... Y creo que era un error”. Cuando habla de este modo sólo tiene en la cabeza un nombre: Helen Lindes (Girona, 34 años), su esposa. Se conocieron en una entrega de premios de una revista y se casaron el pasado julio en una fortificación del siglo XVII en Pollença, Mallorca. Una lista de 200 invitados les arroparon. Allí estaban Pau Gasol, Amaia Salamanca, Raquel Revuelta, Sergio Llull, Tania Vázquez…
La boda fue documentada por medios deportivos y también por los del corazón, que dieron buena cuenta del acto. Rudy y Helen, el deportista de élite y la ex miss España, una pareja de guapos demasiado suculenta como para pasar desapercibida. No es la primera vez que el jugador ocupa la portada de revistas. Hace unos años, la publicación de baloncesto francesa Basket hebdo le dedicó todo el protagonismo de su tapa. Sobre una foto suya con la indumentaria del Real Madrid que ocupa toda la página, unas letras en rojo señalan: “Le joueur le plus détesté d’Europe”. En traducción al castellano: “El jugador más odiado de Europa”. Todo ocurrió por un incidente que el mallorquín, un rival duro, tuvo en la pista con el jugador francés más relevante de los últimos tiempos, Tony Parker. Por lo demás, Rudy es el tipo de deportista que siempre te gusta tener de compañero, ese hombre de equipo que fusiona calidad con fogosidad, un tipo peleón, valiente, con un puntito de chulería. Él lo llama ser “un cabroncete en la pista”, y no seremos nosotros quienes le contradigan.
Estamos sentados en la cafetería de un gimnasio cerca de donde reside, en La Finca, en Madrid, zona de chalets/fortines en la que viven otros deportistas como Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos y Diego Simeone. Un momento, ¿hemos citado al temperamental técnico rojiblanco? ¿Quizá si Rudy hubiese sido futbolista encajaría en los ceñudos equipos que construye El Cholo? “Me gusta la tensión. Soy un tío que tiene temperamento, que intenta siempre luchar al máximo, jugar con toda la intensidad y defender la camiseta que llevo puesta, sea la que sea”. Rudy se queda en silencio unos segundos tratando de recordar cómo empezó todo, sobre qué bases se cimentó ese carácter ardiente que exhibe cada vez que salta a la cancha. Parece encontrarlo.
Me gusta la tensión. Soy un tío que tiene temperamento, que intenta siempre luchar al máximo, jugar con toda la intensidad y defender la camiseta que llevo puesta, sea la que sea. Se puede decir que soy un ‘cabroncete’ en la pista”
Con 12 años, tuvo que marcharse de su casa familiar mallorquina para formarse como jugador en Badalona, en el Joventut. Ese crío espigado lloró mucho. “Fue duro. Tuve muy malos momentos. Debí convivir con gente mayor, y me costó. Pero todo ese padecimiento tiene su recompensa. Esta dureza me ayudó mentalmente, me hizo más fuerte”. Dice que no recuerda ninguna salida nocturna de adolescente, ninguna cerveza con los amigos: “Me da rabia haber perdido esa parte de la infancia… Pero llegar lejos conlleva sacrificios”. Vivía con tres jugadores. Tenían una familia que ejercía de tutor, pero sin relación afectiva.
La recompensa llegó cuando ascendió al primer equipo del Joventut. Ahí fue donde surgió la garra de Rudy. Él sabe que esta actitud correosa provoca rabia en la afición contraria. Y está siempre preparado para recibimientos hostiles. “Algunos jugadores que he conocido tenían calidad, pero carecían de sangre. Al final, eso les ha impedido llegar más alto. Tener carácter ayuda. Pero no soy el mismo que hace tres años. He madurado muchísimo”.
El jugador tiene una visión privilegiada de las relaciones Madrid-Barcelona. Vivió diez años en Barcelona, luego se fue a Estados Unidos y ahora milita en el Real Madrid. Frunce el ceño ante las preguntas donde no hay una pelota de por medio. No le gustan. Pero, ante la insistencia, responde. “Cuando viajas tienes la mente mucho más abierta”, responde a modo de idea general. “Hablo catalán, tengo mucha familia allí, y me siento español. Tengo la suerte de estar en Madrid, que es una ciudad increíble. Me encanta. Pero también echo de menos Barcelona y Mallorca, sobre todo, el mar”.
Antes de la entrevista, el jugador se ha vestido de Scalpers para la sesión de fotos: “Me gusta que el deportista cuide su imagen y que no se le identifique con un chándal por ser deportista profesional. Lo que me atrae de Scalpers es que es muy elegante y siempre utilizan los mejores materiales. Es un estilo clásico y moderno, que es lo que más me gusta”.
El jugador guarda un sabor agridulce de sus cuatro años en la NBA. Se enredó en el sistema que funciona allá: los deportistas no deciden dónde juegan, no son dueños de su destino, sino cromos que cambian los propietarios de los equipos: “Fue difícil. Y una de las cosas por las que decidí volver a Europa fue por ese tema. Un día puedes estar en una ciudad muy bonita como puede ser Miami o Los Ángeles, y al día siguiente puedes estar en Milwaukee, Oklahoma o Memphis, que son lugares en los que es difícil vivir. Eso de estar siempre con la incertidumbre de no saber en qué equipo vas a jugar es muy raro. Estás a disposición del club, que te puede traspasar donde y cuando quiera. Este fue uno de los motivos para abandonar la NBA y fichar por el Madrid”. Eso es ya pasado. Rudy lleva años aquí, con su ímpetu y su sangre caliente.
Realización: Antonio Gabardino
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.