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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Asumir las cargas

Todos los países deben colaborar en la solución a la crisis de los refugiados

Refugiados descansan en un improvisado campo de refugiados en Roszke (Hungría).
Refugiados descansan en un improvisado campo de refugiados en Roszke (Hungría). EDVARD MOLNAR/ EFE

No exageraba el jefe de la diplomacia alemana, Frank-Walter Steinmeier, el viernes al advertir de las consecuencias que tendría para el proyecto europeo no encontrar una salida “al que puede ser el mayor desafío en la historia de la UE”. Lo dijo antes de reunirse en Praga con cuatro países —Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia— que, junto a Rumania y Letonia, rechazan la implantación de un sistema permanente de reparto de refugiados entre los 28 países miembros. Mañana lunes está prevista una reunión de ministros de Interior y Justicia de la UE en un clima de máxima preocupación por el alud de refugiados que siguen llegando a Europa y el rechazo de varios países al sistema de cuotas propuesto.

Si esta reunión fracasa, deberá convocarse una cumbre de urgencia de jefes de Estado y de Gobierno y forzar una solución: apenas queda margen de tiempo para evitar un peligroso retroceso. No encontrar una solución a la crisis de los refugiados puede llegar a afectar a la libre circulación de las personas. Quizá convenga recordar a los países que rechazan las cuotas que para construir la Unión Europea se requiere el esfuerzo de todos; y no resulta aceptable que quienes se benefician de los derechos de pertenecer al club y de la solidaridad comunitaria en otras materias se muestren ahora tan poco dispuestos a asumir deberes y colaborar en las cargas.

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La crisis no admite más dilaciones. La rapidez con la que se desarrollan los acontecimientos está desbordando la capacidad de reacción. En abril se trataba de repartir 5.000 refugiados; en mayo, 40.000; y ahora 160.000, pero la cifra se queda corta: se calcula que este año habrán llegado a Europa más de 900.000. Hasta ahora, cinco países —Alemania, Suecia, Francia, Italia y Reino Unido— asumían el 75% de todos los refugiados. Es evidente que la política de asilo debe superar el planteamiento de los acuerdos de Dublín, que además de no cumplirse han quedado totalmente obsoletos. Hay que articular un mecanismo común de gestión que contemple tanto la acogida y el reparto por cuotas entre los 28 países de los refugiados a los que se reconozca el derecho de asilo como la gestión de la repatriación en el caso de los rechazados; una tarea también ardua que ahora asumen en solitario los países de llegada.

Es urgente hacerlo porque, a tenor de los datos de ACNUR, el éxodo no va a detenerse. Al contrario: las guerras que lo causan pueden aún agravarse. Al acabar 2014 había en el mundo 60 millones de desplazados y refugiados y la cifra crece a razón de 42.000 personas diarias. Hasta ahora, han sido países de economía modesta como Turquía, Pakistán, Líbano, Irán, Jordania y Etiopía los que han soportado el mayor número de refugiados. Pero ahora, una parte importante de los que huyen se dirigen a Europa.

Una vez resuelta la primera contingencia — acoger a los refugiados que ya han llegado— la UE debe afrontar también su responsabilidad en la gobernanza global tratando de intervenir sobre las causas que provocan el éxodo. Por razones humanitarias, pero también porque afectan a su propia seguridad y, desde luego, a su futuro.

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