Pitos
El problema no es que existan dos nacionalismos antagónicos, sino la lamentable condición intelectual de uno de ellos
Yo no soy catalana, soy de Madrid. Yo no soy del Madrid, soy del Atleti. No creo que Gerard Piqué sea más antimadridista que yo, aunque jamás se me pasaría por la cabeza insultar a Sergio Ramos si me lo cruzo por la calle. Como soy forofa, me tomo el fútbol en serio. Cuando pierde mi equipo ceno con apetito y duermo de un tirón, pero soy capaz de reflexionar acerca de lo que significa pertenecer a una tribu, con las consecuencias sentimentales, ideológicas e incluso morales, que puede llegar a implicar una vinculación de esta naturaleza. El Atleti me importa más que La Roja, pero celebré el Mundial como cualquiera. Entiendo todo lo que pasa en un campo de fútbol, pero no comprendo la estupidez, y creo que nunca he asistido a una demostración de estupidez equiparable con los pitos a Piqué en los últimos partidos de la selección. Como tú eres catalán y muchos catalanes son independentistas, como yo no quiero que Cataluña sea independiente y tú juegas en la selección, te pito a ti, que siendo catalán, te atreves a jugar con la camiseta de España. Sin entrar en valoraciones políticas, sin hablar del derecho a la autodeterminación, ni de la financiación autonómica, ni de los sentimientos de cada cual, me pregunto: ¿se puede ser más tonto? ¿Alguien concibe un silogismo más rematadamente bobo que este? Si en vez de aplaudir a rabiar a los catalanes que defienden la bandera de España, la respuesta de los nacionalistas españoles es pitarles, el problema no es que existan dos nacionalismos antagónicos, sino la lamentable condición intelectual de, al menos, uno de ellos. Por eso, a veces, me dan mucha envidia los que pueden elegir, como todos esos niños culés que se habrán hecho independentistas después de escuchar los pitos a Piqué.
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