Una patria que construir
Cuando Cataluña sea libre, deberá abrir sus puertas a todos aquellos que hayan disfrutado alguna vez de su esencia
La cosa era bastante sencilla: bastaba con convocar a alguien que tuviera dos dedos de frente y algo de autoridad. La autoridad se la da a Germà Gordò el ser consellerde Justicia de la Generalitat, y los dos dedos de frente se los deben dar una vida dedicada al estudio y a solucionar problemas en lugar de a crearlos.
Un día, como pasa siempre en estos casos, estaba Germà postrado al pie de su lecho, orando al Señor, y recibió un mensaje de este: “Hijo mío, tienes que ser generoso, y borrar todo pensamiento ruin que pueda surgir de tus mientes. Mira lo que está pasando a tu alrededor”. Y Germà miró a su alrededor y vio la crisis migratoria. Meditó y no tardó mucho en darse cuenta de lo que pasaba en Europa.
Cuando Cataluña sea libre, deberá abrir sus puertas a todos aquellos que hayan disfrutado alguna vez de su esencia. Y que valencianos, baleares, andorranos (por qué no, siempre va a hacer falta una banca para blanquear), y hasta algunos aragoneses, puedan pasar a ser catalanes con sólo demostrar que sus abuelos estuvieron allí en el momento adecuado. Con eso ya no habría crisis migratoria, la gente cruzaría la frontera de forma educada y no a mogollón, como si fueran andaluces o extremeños. No digamos madrileños.
Podría haber problemas con quienes tuvieran la sangre impura, naturalmente, pero eso se solucionaría con el tiempo. Ahora bien, las cuestiones de mala fe no tienen arreglo. ¿Quién puede asegurar que no habrá madrileños que intentarían meterse entre el lío? Y hasta ahí hemos llegado: madrileños ni uno, porque eso no es una cuestión de xenofobia, sino de cortar abusos históricos.
Pero, ¿yo, qué hago? No me encuentro un antecedente catalán por ninguna parte. Puestos a ello, ni vasco. Un desastre. Me encuentro murcianos y de Palencia, algún francés y algún italiano, pero no de la Padania, que son los chachi.
Y llegados ahí, nos preguntamos: ¿la gente de Sicilia, de Cerdeña, qué hacemos con ella? Yo, la verdad, me quedaría a los sicilianos como lo mejor de mi patria a construir. ¿Pero, qué les diría a los italianos?
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