El yuan como reflejo
La devaluación de la moneda china genera inestabilidad en la economía global y puede desencadenar una guerra cambiaria
Las sucesivas depreciaciones de la moneda china se han convertido en uno de los principales focos de inestabilidad en la economía global. No solo por el contagio transmitido a los mercados de otras divisas, fundamentalmente de países emergentes, sino por lo que las autoridades pueden estar asumiendo al decidir esas históricas variaciones en el tipo de cambio del yuan. La presunción de una debilidad mayor de la esperada en el ritmo de crecimiento podría dar paso a un escenario adverso en la economía global, dada la extensión de las vinculaciones comerciales y financieras de la segunda economía más importante del mundo.
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Si esa locomotora empieza a dar síntomas de mayor desaceleración a la ya mostrada, el estancamiento en la economía global cobra mayores probabilidades. Esa inquietud tiene lugar en un momento en el que la estadounidense parece agotar el periodo de excepcional laxitud monetaria y las otras grandes economías avanzadas, la eurozona especialmente, no consolidan un ritmo de crecimiento intenso. Si el endurecimiento monetario americano tiene lugar el próximo mes, algunas economías emergentes endeudadas en dólares sufrirán las consecuencias de un encarecimiento de la deuda y una fuga de capitales hacia los más rentables y seguros denominados en la primera moneda del mundo.
Aun cuando el movimiento propiciador de las deprecaciones del yuan se interpretara como la voluntad de las autoridades chinas de un acercamiento a un régimen cambiario más flexible, sus consecuencias pueden tener más alcance. Por ejemplo, desencadenar una guerra cambiaria en la que se forzara la depreciación de otras divisas para no erosionar las ventajas competitivas de las exportaciones, en un momento de debilidad de los precios de algunas materias primas. Tampoco sería el escenario más propicio a la estabilidad del crecimiento económico global, desde luego de la todavía frágil eurozona.
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