Un jardín ¿milagroso?
A medio camino entre Disneylandia y el paraíso soñado por Jef Koons –el autor del puppy florido frente al Guggenheim de Bilbao-, las pirámides, mariposas, arcos, molinos, barcos y hasta Ferraris cubiertos de flores del Miracle Garden de Dubai representan la cara opuesta a Ariant (el último jardín incluido en este blog).
A pesar de que sólo parece hablar de exceso, el mayor jardín floral del mundo es, sobre todo, una demostración de poder como lo fueron en su momento los grandes jardines palaciegos.
Admitamos que aunque el motor pueda ser cercano, las motivaciones, o por lo menos las consecuencias, son casi opuestas. Si Vaux-le-Vicomte -para el que el superintendente Nicolas de Fouquet trasladó tres pueblos y desvió el curso de dos ríos- representaba el culmen de la cultura barroca, este nuevo milagro representa el culmen de la cultura del espectáculo. Ciertamente espectacular es la concentración de 45 millones de flores de, sin embargo, solo 45 variedades: petunias, crisantemos, dalias y margaritas. Y más espectacular es aun darse cuenta de que todas viven, y crecen, en el desierto. Los autores de esta osadía, inaugurada el día de San Valentín de 2013, los paisajistas de Abu Dhabi, Akar Landscaping, aseguran que, frente a lo que pueda parecer, el vergel optimiza el uso del agua con un sistema de riego por goteo.
Puede que hacer crecer flores en el desierto sea el equivalente a los excesos barrocos que André Le Nôtre dejó sembrados en Vaux, lo cierto es que el jardín lleva en su nombre su objetivo. Miracle ocupa hoy siete hectáreas cerca del centro de Dubai pero está previsto que, con el tiempo, incorpore plantas aromáticas y medicinales, árboles frutales y la posibilidad de que los visitantes recojan sus propias frutas para prepararse, allí mismo, una macedonia. ¿Se trata de vivir una experiencia en la naturaleza o de adentrarse en el país de las maravillas? ¿Es esto un jardín del siglo XXI?
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