Muertes maternas que se podrían haber evitado
Rabiya perdió a su bebé porque no había un médico que la tratara en su casa El temor al hospital aumenta la mortalidad materna
“Por la noches, a veces me quedo pensando en lo que ha sucedido y me pongo buscar soluciones para tratar de evitar todas estas muertes maternas que nunca tendrían que haber ocurrido”, dice Aisha Akello, matrona de MSF.
En la esquina izquierda de la sala de maternidad del centro de salud de Dolo Ado (Etiopía), Akello mantiene una emotiva conversación con una mujer que está sentada en una camilla del hospital. A diferencia del resto de mujeres de la modesta habitación, que están tumbadas junto a sus bebés recién nacidos en sus respectivas camillas, Rabiya Osman, de 23 años, está sola. Se la ve cansada y con la piel muy pálida. No parece prestar mucha atención a lo que la matrona está diciendo; está sumida en sus propios y profundos pensamientos. Tímidamente, mira a los ojos de Aisha y asiente con la cabeza a una de sus preguntas. Rabiya se puso de parto dos días antes. Vive a solo 200 metros del centro de salud, pero decidió dar a luz en casa. Si no hubiera tenido complicaciones, probablemente no habría ocurrido nada malo, pero el parto venía obstruido y duró dos horas y media. La partera tradicional que suele atender a las mujeres del pueblo no la pudo ayudar. Rabiya perdió a su bebé y quedó inconsciente debido a la excesiva pérdida de sangre que sufrió.
“Cuando sus familiares la llevaron al centro de salud, Rabiya estaba al borde de la muerte”, explica Aisha. “Tenía una fuerte hemorragia, su nivel de sangre era muy bajo y estaba inconsciente. Nos las arreglamos para cortar el flujo de sangre, pero ya estaba gravemente anémica, así que optamos por hacerle una transfusión de sangre con carácter de urgencia. Por desgracia, toda su familia estaba en contra, así que no pudimos llevarla a cabo. Cuando recobró el conocimiento, pasamos horas tratando de convencerla a ella y a su familia de que necesitaba esa transfusión, pero todos nuestros esfuerzos fueron inútiles”.
La historia de Rabiya se repite con muchas de las mujeres que Aisha trata cada día. “Muchas están en contra de que recurramos a algunos de los principales procedimientos con los que salvamos cientos de vidas en la sala de maternidad, tales como las transfusiones de sangre y las cesáreas”, comenta Aisha. “Cuando cambian de parecer y aceptan los procedimientos, a menudo es demasiado tarde, porque o bien el bebé ya está muerto o la madre se encuentra en estado crítico”.
De acuerdo con Aisha, la falta de conciencia y el temor a dar a luz en un centro de salud provienen de las creencias habituales de que dar a luz en casa es más seguro que en un centro de salud. Por otra parte, el hecho de que los hombres tengan derecho a decidir sobre los asuntos que conciernen a la salud de las mujeres hace que todo se complique aún más, ya que son muchas las personas involucradas y las decisiones acaban demorándose demasiado tiempo; un tiempo que a menudo es vital para salvar la vida de las mujeres y de sus hijos.
Durante más de 13 años, Aisha ha trabajado como matrona. Durante los últimos siete ha trabajado con MSF en diferentes países, entre ellos Uganda, Nigeria, Sudán del Sur, Sudán y ahora Etiopía, primero en el sur y ahora en Dolo Ado, en la región somalí.
Al comparar su trabajo en todos estos países, Rabiya hace repaso de lo que ha vivido y confirma que su trabajo aquí es uno de los más difíciles que ha tenido y que las tasas de mortalidad materna en Liben son de las más altas que se ha encontrado en toda su vida profesional. “Perdemos a las mujeres por partos obstruidos, por preeclampsia y eclampsia anteparto y por hemorragias posparto, que son dificultades que podemos tratar, pero como muchas mujeres llegan demasiado tarde, nuestras capacidades para hacerlo se ven limitadas”, dice Aisha. “Si estas madres llegasen a su debido tiempo, habríamos salvado sus vidas y las de sus hijos. Me entristece mucho ver a las mujeres morir por causas que son evitables. Por la noches, a veces me quedo pensando en lo que ha sucedido y me pongo buscar soluciones para tratar de evitar todas estas muertes maternas que nunca tendrían que haber ocurrido”.
En diciembre de 2014, MSF inició un programa con 11 parteras tradicionales para formarlas como educadoras para la promoción de la salud comunitaria. Cada una de ellas se desplaza ahora a los pueblos de la región de Dolo Ado para hacer su trabajo de sensibilización. Los informes indican que desde que se empezaron a realizar estas campañas de promoción sanitaria, los partos en el centro de salud se han disparado desde un promedio de 18 a 20 al mes a uno de 50 a 70. Los trabajadores sanitarios de la comunidad acompañan a las mujeres al centro de salud y ayudan al equipo de MSF a llevar a cabo la educación sanitaria en salud materna e infantil. Además, contribuyen también a que las madres acudan al centro de salud para el parto y para la atención prenatal y postnatal.
El pueblo Dolo Ado se encuentra en la zona de Liben, en el estado regional somalí de Etiopía. En la ciudad viven alrededor de 130.000 personas. MSF trabaja en Dolo Ado desde el año 2009, donde presta servicios sanitarios primarios y secundarios en el centro de salud de Dolo Ado. MSF, en coordinación con el gobierno de Etiopía y el ACNUR, proporciona ayuda médica y humanitaria a los refugiados somalíes en los campos de Buramino y Hiloweyn.
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