Bajo las llamas
Una veintena de incendios arrasan el Estado de California ante la impotencia de los equipos de bomberos
La combinación de una intensa sequía y altísimas temperaturas ha convertido California (Estados Unidos) en un auténtico polvorín. De forma dramática, el fuego se ha extendido por una buena parte de su territorio calcinando varios centenares de kilómetros cuadrados, arrasando decenas de viviendas y obligando a la evacuación de miles de personas. La virulencia de las llamas ha desbordado a los 18.000 bomberos, como el de la imagen, que luchan para combatir las indomables llamas.
Al igual que los huracanes, los incendios alcanzan tal protagonismo que tienen nombre propio. El que azota San Francisco ha sido bautizado como Rockyy se ha revelado especialmente voraz. Se ha cobrado la vida de un bombero que llevaba semanas peleando contra los varios frentes activos en California. Rocky ha quemado hasta ahora 25.000 hectáreas y se calcula que seguirá vivo hasta la próxima semana. Los fuertes vientos y las tormentas con aparato eléctrico están alimentando a Rocky y a la veintena de incendios que se extienden por todo el Estado. El llamado Fork Complex ha devorado ya 10.000 hectáreas y sigue avanzando sin freno.
California amasa un largo historial de cruentos incendios. En los tiempos en los que Arnold Schwarzenegger fue su gobernador se declaró el estado de emergencia federal en más de una ocasión. Se podría pensar que son una maldición.
Hay quien los achaca al Santa Ana, un viento caliente y fuerte que hizo famoso el escritor Raymond Chandler. Pero detrás de estas catástrofes está también el cambio climático y la falta de políticas destinadas a evitar la deforestación. Bosques enteros están siendo pasto no de las llamas sino de sistemas de producción donde los árboles sucumben ante otras actividades más rentables, como las plantaciones de soja o palma, o se transforman en pastos para la ganadería. La tala (legal o ilegal) y la salvaje explotación forestal de vastos territorios en América Latina y Asia se han convertido en uno de los grandes retos a los que se enfrenta el planeta. Obama ya lo ha advertido: “No hay un desafío que suponga una amenaza mayor que el cambio climático”.
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