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MIRADOR
Columna
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Son de amor

Artur Mas agitó la bandera blanca por la ventanilla al entrar en La Zarzuela

Manuel Jabois

En son de paz llegan los enemigos. Lo sabe Artur Mas, que agitó la bandera blanca por la ventanilla al entrar en La Zarzuela, y lo sabe Felipe VI. Por eso cuando Mas dijo que visitaba al Rey en “son de paz” lo raro fue que la Guardia Real no se pusiese alerta, pues esperaba a un presidente autonómico y se encontró con la confesión de un guerrero. Y sin embargo el presidentresumió el estado en que se encuentra el soberanismo catalán: una paz tranquila y mansa, sin perturbaciones, que aspira al monopolio de la moral.

La importancia de proclamar la paz de forma unilateral es que contra ella no se puede combatir. Todos los candidatos a presidir el Barcelona se reunieron al acabar la campaña y levantaron una camiseta por la independencia; más que un club el Barça es una confluencia, venían a decir: no hay lugar para nadie que esquive la responsabilidad histórica que el fútbol tiene con la patria. Prueba de ello es que varios de esos candidatos se apresuraron a decir que no se trataba de política. Era algo más elevado, un concepto desbordante que bien pudieron describir con una frase para la ocasión: “Haga como yo, no se meta en política”.

Por encima del proceso soberanista, que es la gran maniobra política de Cataluña, se ha instalado la despolitización. Sólo desde la emoción se puede conseguir semejante virtuosismo. La izquierda republicana catalana y la derecha de Artur Mas, el partido del caso Palau y las sedes embargadas, el mismo cuyo padre espiritual gobernó 23 años con dinero en Suiza mientras gritaba que la moral la dictaba él, juntos en gran coalición. Hay un votante de izquierdas en Cataluña, un votante con un discurso de políticas sociales, contra la desigualdad y defensor de lo público, que votará para que Artur Mas sea su presidente. Va a anteponer la patria a la ideología, va a sacrificar sus ideales por uno mayor, el nacionalismo, y de este modo actuará por fin como los ciudadanos de países invadidos, que luchan primero por su libertad. La idea ha calado.

De este modo no es extraño que Oriol Junqueras insista en hablar de excepcionalidad. Por un bien común Cataluña decretará la suspensión de las ideologías, el finiquito al debate que ya se empezó a difuminar en el pacto de legislatura. Es la transversalidad, que no distingue entre políticas económicas y sociales. La fumigación de la política que consiste en presentar una lista con tres ciudadanos antes que Mas a modo de flotilla de la paz. Uno de ellos, cabeza de lista, famoso por denunciar en la Comisión Europea un pisotón de Pepe a Messi. Consecuencia de sustituir un programa electoral por un reglamento.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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