La socialdemocracia ante Grecia
El reto para la izquierda socialista es que el país aumente la cohesión económica y social como contrapartida al sacrificio que se le exige para seguir en el euro
La única lectura positiva posible del tercer rescate griego es que Grecia continúa en el euro. Una continuidad que, sin embargo, no ha impedido que se derrumbe el mito de la irreversibilidad de la moneda única, en gran medida como consecuencia de la actitud de Alemania. Wolfgang Schäuble planteó en el Eurogrupo la salida temporal de Grecia del euro rompiendo para siempre, y no sólo para Grecia, el paradigma de la irreversibilidad.
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La crisis de Grecia ha provocado que el euro se tambalee como nunca lo había hecho antes. La negociación se produjo confrontando dos alternativas, la de la permanencia frente al Grexit. Un planteamiento que abocó al gobierno Griego a asumir un acuerdo durísimo primando por encima de todo y con poco margen para matices la permanencia en la eurozona. “Acuerdo” o “Grexit”, ese era el dilema, y Alexis Tsipras, como la socialdemocracia, eligió “acuerdo” muy a pesar de muchos gobiernos conservadores.
Una vez más ha vuelto a quedar claro que sigue sin existir una alternativa al esquema de gobernanza económica impuesto por Alemania a pesar de su fracaso en materia de crecimiento, desapalancamiento, mejora de la productividad, creación de empleo… La zona euro no puede convertirse en una trampa permanente para los países menos virtuosos condenados a la deflación y a políticas procíclicas porque sí.
Es evidente que este gobierno griego no es el único y ni siquiera el principal responsable de la situación, que se remonta a mucho más atrás, y es evidente también que la estrategia seguida por la Unión Europea y por el Eurogrupo ha fracasado. Pero no es esto sobre lo que quiero reflexionar, sino sobre el escenario al que se enfrenta la socialdemocracia europea a partir de ahora, en un momento en el que se ha dinamitado la confianza, el único sustento real del modelo comunitario.
El análisis del FMI de esta semana sobre la insostenibilidad de la deuda griega y la necesidad de quitas o de una mora de décadas ha vuelto a poner en evidencia a la Unión
La socialdemocracia europea, en particular la del sur, la de los presidentes François Hollande y Matteo Renzi, la española y portuguesa, pueden apuntarse el éxito de haber evitado el Grexit, que no es poco. El papel del SPD sirviendo de cauce para transmitir a Angela Merkel la indignación socialdemócrata de dimensión europea generada por la propuesta de Schäuble dio resultado. El papel del resto fue menor.
Sin los socialdemócratas Grecia ya no estaría en el euro. Sin su empuje no habría habido acuerdo, este “acuerdo”. Pero esto no acaba aquí. La socialdemocracia europea debe considerar este acuerdo como un comienzo, como el arranque de una nueva etapa. Y no como un fin en sí mismo.
La respuesta socialdemócrata a esta crisis ha sido garantizar la continuidad de Grecia en el euro porque la alternativa conservadora proponía la salida, el Grexit. Con el permiso de Schäuble, la denostada socialdemocracia ha salvado al euro. Ahora bien, su obligación a partir de ahora es saber dar contenido a la permanencia de Grecia en la moneda única. Nadie se va a encargar de ello si no lo hacemos nosotros.
¿Es el acuerdo cuyos detalles se están ahora negociando todo lo que puede ofrecer la socialdemocracia? La respuesta es no. Los socialistas y socialdemócratas europeos debemos ser mucho más ambiciosos que lo que propone el documento de los cinco presidentes de las instituciones europeas, con el objetivo de cerrar cuanto antes un calendario de reformas profundas para Europa y para el euro. Una vez más, ya ocurrió con los multiplicadores fiscales, el análisis del FMI de esta semana sobre la insostenibilidad de la deuda griega y la necesidad de quitas o de una mora de décadas ha vuelto a poner en evidencia a la Unión.
El enorme esfuerzo que va a suponer para Grecia intentar crecer anclada al euro debe tener garantías de que lo va a conseguir, y de que la cohesión económica y social va a mejorar en el futuro. Si no es así la permanencia en la moneda única dejará de tener sentido como éxito socialdemócrata frente al potencial Grexit conservador.
Seguir en el euro, sí, pero con algún fin, para lograr algo. Ese es el gran reto que la izquierda socialista y socialdemócrata europea debe afrontar ahora. El de volver a dotar de contenido el sueño europeo de integración y progreso continuo que estas semanas fatídicas han dejado más debilitado que nunca. Con la socialdemocracia Europa debe merecer la pena.
Juan Moscoso es diputado por Navarra del PSOE, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista (GPS) en la Comisión de Economía y Competitividad del Congreso de los Diputados y Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid.
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