Bañadores que bajo ningún concepto debería ponerse un hombre
Caer en el despendole del 'mankini', ¿es preferible al horror de unos trajes de baño nostálgicos? Desvelamos los códigos de la playa
Se encuentra en su tienda o centro comercial de confianza. Como estamos en verano, hay una sección dedicada por completo a los trajes de baño de todos los colores, diseños y marcas. Empieza a curiosear y siente sudores fríos: ¿cuáles son los códigos de la playa? ¿Las vacaciones siempre implican ausencia de reglas? Sin querer pontificar ni decirle lo que tiene que ponerse (la sensatez es la mejor consejera), no nos resistimos a ofrecerle un repertorio de diseños históricos que demuestran que para apreciar el cambio del gusto no hay nada mejor que echar un vistazo a sus álbumes de vacaciones.
El protobañador
La nostalgia mueve el mundo de la moda; en eso estamos todos de acuerdo. Pero tampoco hay que pasarse. Como todo vuelve, corremos el riesgo de que algún día regresen los trajes de baño de cuerpo entero y franjas de colores como los que lucieron nuestros bisabuelos en sus primeras vacaciones balnearias (entonces se llamaban así). Respondían al pudor y al orgullo de clase (el torso desnudo era más propio de jornaleros) pero hoy, además de impedir un bronceado uniforme, tienen otro problema: a ver quién se atreve a llevar algo tan ajustado. Así que, si siente saudade de tiempos pasados, llévese a la playa un libro de Hemingway o música de Jobim, pero con un bañador más adecuado.
Cuidado con el bañador deportivo…
En el otro extremo está el bañador de natación. Entre los modelos que lucen el flamante Mark Spitz y el que podría lucir cualquier veraneante poco precavido existe todo un abismo que por sí solo debería bastarnos para averiguar cuándo es adecuado el bañador de natación y cuándo hay que evitarlo a toda costa. El orgullo puede convertirse en revelación innecesaria gracias a una pequeña pieza de tela que, si bien es plenamente apropiada en una piscina deportiva (al fin y al cabo, ahí lo que cuenta es el número de largos), en la playa puede resultar más incómoda de lo que sospecha. Así que mírese al espejo, pruébeselo y fíese de su instinto. Y si se decide a llevarlo, hágalo siempre con orgullo.
…y con los complementos
Si hay un hombre capaz de permitirse cualquier capricho sin dejar de estar a la altura del mito, es Jean Paul Belmondo. Aquí, el protagonista de Al final de la escapada posa con sus hijos en la playa con una combinación de bañador corto (adecuado), barba poblada (signo de los tiempos) y gran cadena al cuello. Ahórrese esta última si no quiere quedarse enganchado entre brazada y brazada o si el look macho de los años 70 no entra dentro de sus expectativas. En el caso contrario, llévela y acuérdese de nosotros cuando el sol la ponga al rojo vivo.
Las referencias culturales, para las notas al pie
La playa es un lugar para relajarse, no para construir discurso. Si desea fervientemente proclamar a los cuatro vientos su pasión por el arte pop, tenga cuidado con los estampados, que se van de las manos con mucha facilidad. La única salvedad es esta: una recreación playera de un cuadro de David Hockney que, de puro kitsch, resulta heroica.
Recuérdelo: usted no es Marc Jacobs
Por lo tanto, no abuse de los estampados. El gurú del lujo punk era un fijo de los robados veraniegos y nos ha regalado atuendos tan extremos como este, combinación (esperamos que improvisada) de camiseta de manga larga estampada y toalla igualmente estampada. A pleno sol, más de uno debió ver chiribitas. Nosotros vemos algo que sólo puede permitirse Marc Jacobs, y nadie más.
Elija bien la longitud
Los bañadores tienen longitudes muy variables; los hay muy cortos y ceñidos, y también todo lo contrario. El que luce el actor Shemar Moore (el agente Morgan de Mentes criminales) es casi tan largo como un pantalón pirata, por lo que requiere altura y constitución física de jugador de baloncesto para no parecer un munchkin.
Y, ante todo, no haga esto nunca
El mankini sólo podía haber salido de una mente tan calenturienta como la del Borat de Sacha Baron Cohen y, por suerte, apenas ha rebasado los límites de la ficción: películas, series de televisión y virales de la era meme. Como atuendo para una despedida de soltero muy loca y desprejuiciada puede tener disculpa, pero en cualquier otro contexto podría estar penado por la ley. Y no nos quejaríamos demasiado.
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