Diez vídeos de accidentes épicos de estrellas del pop en el escenario
El líder de Foo Fighters se rompe una pierna, Enrique Iglesias se corta en una mano y un guitarrista se chamusca el pelo
No nos pongamos tremendistas: la de estrella del rock no es una profesión de riesgo, por más que los últimos sucesos acaecidos en los escenarios puedan indicar lo contrario. Los músicos no bajan a la mina, ni limpian ventanas de rascacielos, ni conducen maquinaria pesada, y tampoco manipulan sustancias tóxicas (ejem). Electrocutarse (su mayor miedo) es algo que casi nunca ocurre. Desde fuera, de hecho, su oficio se ve como uno de los más agradables del mundo. Y, sin embargo, cada cierto tiempo los músicos nos sorprenden con aparatosas caídas, sangrientos cortes en los dedos y hasta cabezas en llamas. Repasemos algunos de sus percances más estrafalarios.
El piscinazo de Dave Grohl. Irónicamente, el líder de Foo Fighters estaba interpretando el tema Monkey wrench (que en lenguaje coloquial significa “zancadilla”) cuando sus piernas, mientras se acercaba al borde del escenario, hicieron un extraño, lo más parecido a un piscinazo que pueda verse en un concierto de rock. Consecuencia: caída al foso y pierna rota. Dolorido, prometió que iría al hospital a que se la “arreglaran” y volvería para seguir tocando. ¡Y lo cumplió! Sentado en una silla y a tope de adrenalina (y con un auxiliar médico sujetándole la pierna), reanudó un concierto que los presentes no olvidarán.
Enrique Iglesias: eso no se toca. ¿Quién, de niño, no ha sentido la tentación de meter los dedos entre las aspas de un ventilador en marcha? Enrique Iglesias lo ha hecho, ¡de adulto! Solo que en lugar de ventilador, lo que agarró fue un dron que grababa imágenes de su concierto, en un gesto carente de todo sentido: ¿acaso los drones no se han inventado para grabar sin la intervención de la mano humana? La gracia le salió cara: no se veía tanta sangre en un escenario desde la primera época de Ozzy Osbourne.
5 Seconds of Summer: ¡fuego! Los efectos pirotécnicos le dieron un buen susto a esta boy band guitarrera procedente de Australia. Durante su concierto en Londres el pasado 13 de junio, su guitarrista Michael Clifford metió la cabeza en plena trayectoria de uno de sus lanzallamas, lo que provocó que saliera echando humo (literalmente) del escenario. Las quemaduras en el pelo y la cara no fueron tan graves como para impedirle tocar de nuevo al día siguiente.
Madonna: de su capa un fallo. Pongámonos en situación: la Ambición Rubia saca nuevo disco, acude a presentarlo nada menos que a los premios Brit (los Grammy británicos), y ¿qué puede salir mal? Que el cordel de la capa de Drácula que se ha puesto no se desate y cuando uno de los bailarines tira de ella, se lleve a la cantante por delante. Caída espectacular, tanto como la dignidad con que, despeinada y visiblemente contrariada, prosigue su actuación. Tiempo atrás no le costaba tanto quitarse la ropa.
Las cabriolas de Juan Gabriel. La madre de todas las caídas. Viéndole segundos antes bailoteando en éxtasis al borde del escenario parece que va tentando la suerte. Al final pasa lo que tiene que pasar. De pronto, Juan Gabriel pierde el control de sus piernas, ejecuta una magnífica bicicleta al estilo Neymar, retrocede unos pasos, ya plenamente consciente de lo que va a suceder, y termina cayendo en el foso… de cabeza. Tuvo que ser hospitalizado y canceló lo que quedaba de gira.
Lady Gaga: piano, piano. Las banquetas de los pianos están hechas para acomodar el trasero, no para ponerse de pie sobre ellas. Pero Lady Gaga es transgresora hasta en eso. Como es previsible, la banqueta resbala y la cantante neoyorquina se cae con mucho estilo, eso sí, intercalando un “ouch” en mitad de la frase que está cantando. A un metro escaso el piano estaba ardiendo, así que la cosa podía haber acabado incluso peor.
Las acrobacias de Pink. Algunos espectáculos de pop, reconozcámoslo, se pasan de parafernalia. Como el de Pink, que además de cantante es acróbata, y en sus conciertos se ciñe una especie de arnés metálico antes de encaramarse a las alturas para hacer piruetas. La parte buena es que se cayó antes de subir; la mala, que el artilugio que llevaba ajustado debió de hacerle bastante pupa en las costillas.
Beyoncé: rápida bajando escaleras. Poner unas escaleras en mitad de un escenario es casi como poner una piel de plátano: son ganas de correr riesgos innecesarios. Hasta la mismísima Beyoncé, de cuyas piernas no se puede decir que sean endebles, sufrió las consecuencias de unos funestos escalones durante un concierto en Orlando (Florida). Su caída es tremenda: primero de culo, y a continuación, como si saliera rebotada, de cara. Afortunadamente, sin consecuencias visibles.
Robbie Williams: “Recién fregado, no pisar”. ¿Qué hacer tras un resbalón? ¿Seguir cantando como si no hubiera ocurrido nada? Difícil ignorarlo, delante de miles de personas. No: sin duda la mejor reacción es la de Robbie Williams, que tras patinar en el escenario continúa cantando como si tal cosa, elegantemente recostado en el suelo y haciendo bromas sobre la caída. De fondo lo que suena es Walk on the wild side: ¿Una venganza de Lou Reed por tan sacrílega versión?
Rihanna, de rodillas. ¿Qué falló aquí? ¿Fue solo un tropezón o quizá eso que lleva en la cabeza, que no se sabe si es una de esas cosas que se ponen en las despedidas de soltera o un lazo de Minnie Mouse, la desequilibró? En cualquier caso, Rihanna cae fulminada de rodillas y con las manos por delante, como si se estuviera postrando ante una aparición divina. Y todo, sin perder la sonrisa. Maravillosa.
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