Negritud en la perla de las Antillas
Una sentencia niega la nacionalidad a los hijos de extranjeros en la República Dominicana Citizens of Nowhere es un documental que aborda las consecuencias de esta medida
El Tribunal Constitucional de República Dominicana determinó en 2013 que los descendientes de extranjeros sin permiso de residencia nacidos entre 1929 y 2007 no pueden tener la nacionalidad de forma automática. A raíz de esta medida, el Gobierno puso en marcha el Plan Nacional para la Regularización de Extranjeros para que los más de 200.000 haitianos que buscan legalizar su estatus migratorio puedan solventar las trabas administrativas que están enfrentando en el Programa de Identificación y Documentación de Haitianos en República Dominicana.Este plan vence el próximo 17 de junio a pesar de los reclamos de organizaciones sociales que solicitan un prórroga hasta diciembre.
En este contexto de regularización, el guionista y productor canadiense Nicolas-Alexandre Tremblay ha sacado a la luz el documental Citizens of nowhere, un largometraje que explica las consecuencias sociales de la polémica sentencia de septiembre de 2013 y la necesidad de abordar el flujo migratorio procedente de Haití, de manera responsable y concomitante a los derechos inalienables que, como persona, todo individuo posee.
Con las imágenes áreas de la "tierra de las altas montañas", como los indígenas taínos llamaron a Haití, el documental nos traslada hasta las cordilleras, las llanuras inundadas por flamboyanes y las cascadas ante las que el ex presidente Duvalier se detuvo sobrecogido un día, allá en la década de los setenta, para declararlas uno de los destinos más asombrosos del país. Contrastan con Port-au-Prince, una ciudad atestada de miseria, podredumbre y hambre. El poeta e historiador Jean-Claude Martineau es el narrador de esta historia, una que habla de identidades, éxodo y de dos países vecinos: Haití y República Dominicana.
“Tratar de que una persona que no conoce República Dominicana o que solo ha estado en Punta Cana pueda entender el flujo migratorio procedente de Haití es complicado. En una hora intervienen muchos personajes, también especialistas. Por eso, la voz en la narración nos ayuda a dar un enfoque más humano a la migración como fenómeno global”, explica Tremblay. El canadiense, de 31 años, lidera esta cinta de 60 minutos con el también cineasta Régis Coussot.
Durante sus estudios universitarios, Tremblay llega como voluntario por primera vez al municipio de Bayaguana, en la provincia de Monte Plata, en la parte sur central de República Dominicana, para hacer trabajos de construcción y reparación de viviendas en los bateyes y llevar medicinas. “Durante tres semanas estuve en una escuela técnica de jóvenes de 18 años, hice muchos amigos, había muchos dominicanos de ascendencia haitiana que me explicaban sus dificultades para estar legales en el país. Los trataban como extranjeros y estamos hablando del año 2004”, enfatiza.
Después de un máster en Relaciones Internaciones, Tremblay se especializa en gestión de crisis. Luego estudia cine. El proyecto de Citizens of nowhere se gesta en 2010. “Desde el 2007 iba a la isla cada año, a veces para desarrollar proyectos en Haití, pero empecé a hacer la de investigación sobre los flujos migratorios hace cuatro años, manteniendo buena comunicación con organismos con Sociedad Fronteriza o el Centro Bonó. En 2013 iba a grabar el documental desde otro enfoque pero la sentencia de desnaturalización de nacionalidad y la resolución 12, que requiere que la oficina del registro civil investigue las actas de nacimiento expedidas a los hijos de extranjeros, afectaron a muchos amigos que perdieron su identidad legal, sus empleos y se quedaron en un limbo jurídico. Un drama generacional que, por respeto, quería contar”.
Una beca para artistas del Consell des Arts et des Lettres del Gobierno canadiense les permitió filmar y recorrer la frontera de 388 kilómetros con República Dominicana, además de Cabo Haitiano, La Romana, Santiago o Punta Cana. “Hemos recogido testimonios reales de la situación humana que se arrastra con la sentencia. Yo conozco a los abuelos de los bateyes. Ellos llegaron para mejorar su situación y ahora después de perder sus empleos, vienen las políticas del gobierno dominicano para quitar a la actual generación la potencialidad de desarrollarse. Desde mi punto de mi vista, no es tan complicado que el Gobierno enfrente los problemas de los descendientes de haitianos. Necesitan más presión internacional para actuar frente a los desnacionalizados”.
Con ese sentimiento, Citizens of nowhere se hace eco de los argumentos de animadversión hacia la población haitiana que tienen algunos sectores de la dominicana. “En la película, un testimonio habla de la animosidad del pueblo haitiano para envenenar las aguas que consumen los dominicanos en aras de un exterminio masivo. Lo que dice realmente es muy peligroso y el discurso existe, los medios lo difunden y el Gobierno no lo cuestionan. Al igual que cuando los nacionalistas dominicanos amenazan a periodistas como Juan Bolívar o Huchi Lora, el Gobierno tampoco hace nada”.
Así, Citizens of nowhere ha captado historias de vida como ejemplos del flujo migratorio, sus causas y sus consecuencias. “Traté de contactar con personas dentro del Gobierno para tener la posición gubernamental pero nunca me devolvieron las llamadas. Además, los medios no hacen diferencia entre los afectados por la sentencia y los inmigrantes que entran de manera ilegal. El discurso oficial es el mismo. El problema de los apátridas es que el Gobierno se pone de víctima de las actuaciones de la comunidad internacional y habla de su soberanía, pero los afectados por la sentencia sufrieron por el incumplimiento de la Constitución que había antes de 2010 y también por el incumplimiento de la ley 169-14,que dejó a miles de dominicanos de ascendencia haitiana sin estatuto legal y no resolvió su situación. Hay un problema migratorio y hay consecuencias”.
Gracias a la microfinanciación colectiva con la que se pudo realizar la edición, montaje y postproducción, el documental ha podido ver la luz en Montreal. “La diáspora en Canadá se está movilizando pero hay poca reacción en los medios porque no se entiende la complejidad de lo que pasa. En el caso de los apátridas, estamos ante un problema de acceso a la ciudadanía. Es una crisis humanitaria que afecta a una minoría de la población dominicana que es de ascendencia haitiana.Cuando se dictó la sentencia en 2013, hubo países del CARICOM que interpelaron a la República Dominicana. Sin embargo, la posición de Haití de llevar el tema a un nivel bilateral fue contraproducente porque incitó a que la situación se abordara fuera de una perspectiva multilateral”.
Tremblay asegura que el fin de este documental no será quedarse en el armario, así que ya está articulando un periplo internacional para presentarlo en la mayor cantidad de festivales posible. Les gustaría que tuviera cabida en Washington y en Nueva York. También en los certámenes europeos, pero antes ha habido una presentación en Haití y en República Dominicana. “La seguridad me preocupaba un poco pero ha ido bien. He recibido amenazas por Facebook y no quiero tomar riesgos innecesarios. La gente que está muy activa en los medios sociales es muy nacionalista. Soy consciente de lo que implica este documental y estoy dispuesto a afrontar críticas. Sin embargo, el tema está caliente y hay que ser precavido”.
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