_
_
_
_
3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

El #24M vota solidaridad

Por Mercedes Ruiz-Giménez Aguilar (@Merche_RG),Presidenta de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo.

"Lampedusa [en la foto], Lima, Ciudad Real o Bangui tienen mucho más en común de lo que creemos". Foto: Isabel Ballena/El País.

La alcaldesa de Lampedusa, Giuseppina Nicolini, lo tiene muy claro: no se puede hacer política de justicia en el interior de los países si no la hacemos en el exterior; la una va ligada a la otra. Lo dice quien gobierna una ciudad colapsada por la llegada de personas migrantes cuya población e instituciones continúan acogiendo solidariamente a quien ejerce su derecho a buscar una vida mejor. Una ciudad que no se cansa de presionar a la Unión Europea para que actúe sobre las causas de esta situación y la gestione con el obligado respeto a los derechos humanos.

Desde hace tiempo localidades como Lampedusa demuestran que la solidaridad entre los pueblos está muy a menudo por encima de las políticas que imponen los gobiernos. Demuestran también que lo local está directamente ligado con lo global; y que las soluciones a tan enormes retos pasan ineludiblemente por atajar sus causas.

La generación de la mayor crisis de refugiados desde la II Guerra Mundial tiene mucho que ver con el sistema global que está alimentando crecientes y obscenos niveles de desigualdad en todo el mundo –especialmente entre hombres y mujeres–; también en nuestros pueblos y ciudades. Un sistema depredador que está llevando al planeta al límite y agotando los recursos comunes. La dependencia entre lo que ocurre en nuestros barrios y lo que sucede en barrios situados a miles de kilómetros es cada vez más evidente. Por eso urge fortalecer actuaciones que respondan a la realidad desde un enfoque que enlace lo local y lo global y que genere transformaciones reales.

Como la alcaldesa de Lampedusa, en los años 90 la sociedad española entendió que sin internacionalismo no hay futuro posible. Fruto de esa apuesta ciudadana surgió la cooperación local y autonómica que fue referencia internacional durante muchos años. Hoy, sin embargo, se encuentra en un momento francamente complicado. Según datos de La Realidad de la Ayuda, las cifras de cooperación autonómica se han desplomado a niveles de 2001. De cada 100 euros invertidos por las CCAA, solo 8 céntimos se dedican a desarrollo. El esfuerzo es mínimo, el peor de la historia. Las entidades locales, por su parte, han recortado más de un 57% de sus presupuestos para cooperación internacional, según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.

En este contexto de recortes, la aprobación de la “irracional” Ley de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local pone la puntilla al papel de los entes locales en la promoción del desarrollo. Esta ley, aprobada en diciembre de 2013, limita la capacidad de los Ayuntamientos para implementar políticas sociales, entre ellas las políticas de cooperación para el desarrollo. El panorama no es muy alentador…

Las elecciones como oportunidad

Bien es sabido que sin recursos poco puede hacerse; por eso, en primer lugar, es urgente recuperar los presupuestos destinados a cooperación para el desarrollo. Aunque la apuesta por la cooperación no pasa solamente por partidas económicas. Existen otras muchas medidas que podrían contribuir enormemente a la transformación del orden mundial injusto. Por ejemplo, puede establecerse como norma no trabajar con bancos que comercializan con armas que alimentan conflictos bélicos. Pueden fomentarse criterios de compra ética, de transparencia y rendición de cuentas. Apostar por la compra de comercio justo, la economía solidaria o iniciativas respetuosas con el medio ambiente. Realizar campañas informativas y de sensibilización que expliquen los problemas que nos atañen como Humanidad desde sus orígenes y sus causas. Unas campañas que ayudarían a la construcción de una ciudadanía global crítica y activa alejada de peligrosos discursos de enfrentamiento a “los otros”.

Durante muchos años la cooperación descentralizada, las ONG locales y la ciudadanía han contribuido extraordinariamente a transformar desde lo local lo global. Durante décadas han demostrado que Lampedusa, Lima, Ciudad Real o Bangui tienen mucho más en común de lo que creemos.

Las elecciones están a la vuelta de la esquina. Es un buen momento para ejercer el derecho al voto desde nuestra condición de ciudadanos y ciudadanas de un mundo totalmente interconectado. Antes de introducir la papeleta en la urna deberíamos revisar los programas electorales para comprobar quién aborda nuestros problemas desde el enfoque global que exigen. Desde la Red de Coordinadoras Autonómicas de ONG para el Desarrollo hemos elaborado un decálogo en defensa de este tipo de cooperación. Esperamos contribuir al ejercicio democrático de una ciudadanía que se sabe habitante de un planeta común.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_