¿Te gustaría más si fuese Ingrid Bergman?
Quedan buenas noticias. Dos de ellas, en Cannes.
Quedan sin embargo algunas buenas noticias, y dos de ellas están en Cannes: Woody Allen e Ingrid Bergman. Allen vio marcharse a Mariel Hemingway en un portal de Manhattan, con un taxi fuera, mientras escuchaba que no todo el mundo se corrompía y que había que tener fe en la gente. De Bergman hay un gesto famoso en Casablanca, la mirada a Laszlo cuando él canta La Marsellesa,pero es al final cuando justifica la película entera al escuchar a Rick dar su nombre y el de Laszlo como pasajeros del avión. Ese sobresalto. Decía Robert Duvall que el verdadero asombro que la causaba el genio de Brando era su capacidad para ser de verdad, el talento enorme para hacer creer que él era Vito Corleone desde hacía mucho tiempo, concretamente desde que nació. Por eso cuando le dice a Don Vito que se ha muerto su hijo Sonny, Duvall sabe que Marlon Brando se acaba de morir por dentro delante de él: lo hace sin mover un músculo, de la única manera en que puede reaccionar un hombre al que anuncian la muerte de su hijo. Bergman se va en un avión, Mariel se va en un taxi, Bogart se queda a tomar las aguas y Woody Allen no se cree que nadie no vaya a corromperse y que seis meses pasen rápido. Pero los cuatro eran de verdad, hicieron aquello que Hemingway exigía de los escritores: lo inventaron todo de principio a fin, no se inspiraron en modelos reales y se creyeron las personas que fingían ser. En Cannes, en donde Bergman es celebrada en el cartel del certamen, Woody Allen dijo ayer que está convencido de que Primo Levi y muchos supervivientes de los campos de concentración salieron adelante por su comunismo. “Tenían una motivación. Da igual que luego el comunismo se mostrara como un sistema fracasado. A ellos les funcionó, les dio un estímulo”. Casablanca es una película de un hombre con una causa y otro sin ella. Laszlo creía en la Resistencia y un mundo más justo; cuando Bergman quiere contarle una historia a Bogart él lo primero que pregunta es si tiene un final feliz: hasta ahí llegaba su compromiso. “¿Te gustaría más si fuese Ingrid Bergman?”, le pregunta Kay a Michael Corleone al salir del cine. Michael le dice que no. Todas las carreras criminales empiezan con una pequeña mentira.
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