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QUÉ MUEVE A... ARYEH NEIER

“Mi trabajo no tiene fin. Siempre habrá violaciones de derechos”

El fundador de Human Rights Watch ha dedicado su vida a defender los derechos humanos A sus 78 años, continúa la lucha como presidente emérito de la Open Society Foundations

Alejandra Agudo
Aryeh Neier, fundador de Human Right Watch.
Aryeh Neier, fundador de Human Right Watch. Samuel Sánchez

La vida de Aryeh Neier (Alemania, 1937) está tan plagada de hitos que es imposible afirmar que un solo momento o circunstancia le empujara a dedicar su vida a la defensa de los derechos humanos y la libertades civiles. Del mismo modo, su currículo es irreductible a un puñado de cargos, pues ninguno explica por qué este hombre de mirada transparente y sosegada es un referente de lucha reconocido mundialmente. Unas líneas de su trayectoria sirven, sin embargo, para esbozar su compromiso. Abogado de profesión, fue director ejecutivo de la American Civil Liberties Union (ACLU), organización en la que ingresó en 1963 con 26 años, fundó y dirigió Human Rights Watch en los 80, y después presidió la Open Society Foundations, organización de la que hoy es su presidente emérito.

Nacido en la Alemania nazi, la familia de Neier huyó a Inglaterra cuando él tenía dos años. “Allí crecí. Como refugiado”, subraya como quien señala la primera cicatriz que ha marcado su piel. Dos años después del fin de la II Guerra Mundial, la familia Neier emigró a Estados Unidos. La adolescencia le pilló en un país obsesionado con la persecución de comunistas. “Había asuntos importantes sobre derechos humanos que se debatían en aquel momento en EE UU. Con el comienzo de la Guerra Fría, había histeria anticomunista”, recuerda. Era la época del senador McCarthy (1947-1957) y su conocida ‘caza de brujas’, y el joven estudiante de secundaria que era Neier entonces, se enroló en movimientos contra el político republicano. “Conseguí que reputados defensores de los derechos humanos vinieran a mi instituto a dar charlas. Raphael Lemkin, padre de la Convención contra el genocidio, supo de aquello y me invitó a ir a la ONU cuando tenía 16 años para hablar del tema”, relata con orgullo.

Mi legado será haber creado HRW y haber ampliado la defensa de los derechos humanos a los conflictos

Desde entonces, Neier no ha dejado un solo día de defender los derechos humanos, las libertades civiles y, especialmente, la de expresión. Y no cree que pueda parar nunca. “Mi trabajo no tiene fin porque siempre habrá violaciones de los derechos y habrá que defenderlos”, afirma entre fechas y recuerdos de su dilatada trayectoria en una conversación en Madrid. Las luces rojas de alerta han saltado a la agenda del experto al conocer los pormenores de la Ley de Seguridad Ciudadana aprobada por el Gobierno del Partito Popular. “Esta ley mordaza pone a España en un mal lugar. Si un gobierno quiere restringir la protesta, te hace pesar a qué temen. Si confiara en lo que hace, no tendría por qué temer”, razona.

El abogado cree tan profundamente en los derechos a la libertad de expresión, protesta y manifestación que apoya que cualquiera pueda ejercerlos, incluso quienes tienen ideas opuestas a las propias, más aún, quienes persiguieron a sus padres y él mismo por ser judíos. Así, a pesar de ser víctima directa del nazismo, entre 1977 y 1978 representó desde la ACLU al Partido Nazi americano para que pudiese manifestarse libremente en Skokie (Illinois), pueblo en el que residían muchos supervivientes del Holocausto. Ese es, sin duda, uno de los episodios más conocidos de la vida Neier y que este detalló en su libro Defendiendo a mi enemigo: nazis americanos en Skokie y los riesgos de la libertad (Defending My Enemy: American Nazis in Skokie, Illinois, and the Risks of Freedom).

“Durante un tiempo, la gente asociaba mi nombre exclusivamente a este caso”, reconoce. “Mis padres habían muerto, pero creo que mi padre lo habría entendido. No mi madre. A ella, le habría molestado y entristecido”, añade. Durante el juicio, rememora, le llegaron un montón de cartas criticando que él, un judío, pudiera defender la libertad de expresión de los nazis. “Precisamente por ser judío, les decía, sabía que todo el mundo tiene derechos. Y si se le quitan a un grupo, se le puede a quitar a todos”, recuerda su argumento. Finalmente, la corte suprema de Illinois dictaminó que el partido nacional socialista estadounidense podía marchar por las calles de Skokie. No lo hicieron allí, pero sí en Chicago, donde ya les habían dado permiso.

Sea cual fuere el fallo, cuando el juicio estaba tocando su fin, Neier ya tenía planes mayores en mente para la defensa de los derechos humanos. “Fue en junio del 78, cuando unos colegas y yo creamos HRW. No se llamaba así… en realidad, creamos el Helsinki Watch”, apostilla. Eran un grupo de activistas que denunciaban públicamente, con el fin de avergonzar a los gobiernos, las violaciones de los Acuerdos de Helsinki de 1975, que se producían principalmente en la Unión Soviética, relata Neier. “Pasaron 10 años hasta que fundamos realmente HRW”, recuerda.

Casi todos los gobiernos quieren aparentar que respetan los derechos

En ese tiempo, Neier y sus colegas recibieron peticiones desde todas partes del mundo para denunciar abusos. Incapaces de ignorar aquellas demandas, empezaron a apoyar con su altavoz internacional a las organizaciones locales defensoras de los derechos humanos. “Vimos que casi todos los gobiernos quieren aparentar que respetan los derechos humanos; y si documentamos que no lo hacen, podemos avergonzarles. Elaboramos informes en los que demostramos la diferencia entre lo que dicen y la situación real”, expone. ¿Qué se consigue con esto, además de sacarles lo colores a algún político? “Al final, si lo hacemos, habrá cambios. Nunca ocurren rápido, pero con el tiempo, esta estrategia es efectiva”, asevera convencido.

De esa creencia nació finalmente HRW, en 1988. Y casi tres décadas después, su labor es igual de necesaria que entonces para documentar violaciones de derechos humanos por todo el mundo, desde China hasta América Latina, pasando por Palestina o Nigeria. En unos países, las autoridades cometen abusos que sobrepasan los límites de los acuerdos internacionales, restringen las libertades civiles y oprimen violentamente a su pueblo. En otros, inmersos en conflictos armados, el respeto por la vida y la dignidad humana enemiga, amiga o vecina, simplemente no existe. Neier ha comprobado, documentado y sentido muchos de esos abusos en sus años recorriendo el mundo defendiendo a las víctimas.

“Mi legado será haber creado HRW y haber ampliado la defensa de los derechos humanos a los conflictos”, asegura el hoy presidente emérito de la Open Society Foundations. “Porque los derechos humanos son universales”, subraya. En la paz y en la guerra, en oriente y occidente, norte o sur. Para los que nos caen bien y los que no. Los amigos e, incluso, los verdugos. Así de convencido está este hombre de hablar tranquilo y ojos claros, casi transparentes.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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