Se traspasa portería
Me piro, vecinos. Han sido cuatro años intensitos. Empecé bajo el reinado de Juan Carlos y Sofía y os dejo con dos reyes y dos reinas figurando en La Zarzuela, dicho sea sin segundas
Me voy, os dejo, os abandono. Y no hay pero que valga. Cuando alguien dice no, sea mujer, hombre o viceversa, significa no, ya sea dios en la tierra quien se lo pida de rodillas. Así que, abur, amigos. Fue bonito mientras duró, pero hasta aquí hemos llegado. Sí, así, de repente. Sí, ahora que empieza el circo, perdón, campaña de las autonómicas, con los payasos Aguirre y Carmona, los equilibristas Rivera e Iglesias, y el domador Pedro Sánchez esquivando los zarpazos de la leona Susana Díaz garantizándonos grandes tardes de gloria. Sí —y esto es lo que más me da más coraje—, sin saber si la mujer barbuda Belén Esteban se arregla o no con Migue el ambulanciero.
No, no es que me den boleto de arriba, aunque no sería por falta de papeletas por respondona. No, no es que me inmole un telediario antes de que me boten, como Chaves, Griñán y Monedero, por orden alfabético. No. Lo que pasa es que los dueños de la finca van a meterse en obras y, de paso, poner videoportero, que es más posmoderno. Vale, asumo mi obsolescencia. Siempre hay alguien más joven y más delgado y más punto cero. Pero, ya que se ponen a remozar la fachada, nada, un lavado de cara, un chute de bótox, según informó el presidente en la junta de vecinos, ya podían tener un detalle conmigo y dejar que me rellene los surcos con el poliespan que les sobre.
Conste que no me quejo. Han sido cuatro años, perdón, cursos que dicen los cursis, intensitos. Empecé bajo el reinado de Juan Carlos y Sofía y me voy con dos reyes y dos reinas figurando en La Zarzuela, dicho sea sin segundas. Comencé con Alberto de Mónaco como solterón de oro rosa y os lo dejo felicísimamente casado y procreado con Charlene, La Alegría de Montecarlo. Debuté con Rodríguez Zapatero y Rajoy alternándose como presidente del Gobierno y líder de la oposición por los siglos de los siglos, y os abandono con el PSOE y el PP rezando para que Ciudadanos y Podemos no los borren del mapa como a Rosa Díez y Cayo Lara. Llegué con Isabel Pantoja de emperatriz de la copla y os dejo con ella en chirona, su niña de madre adolescente, y su hijo Kiko Rivera y su yerno Alberto Isla repoblando España de churumbeles. Solo un hecho, en fin, permanece inmutable en el caos que vivimos desde el cambio de siglo: si Su Deidad Beyoncé Knowles se retirara de papisa del show-bussiness, podría ganarse la vida partiendo cocos con los muslos en Gandía.
Me piro, vecinos. Ahí os quedáis tan entretenidos viendo venir lo que nos queda para cuadrar nuestros globos oculares. Si Susana es investida o da otra vuelta a la rotonda. Si Aguirre y Cifuentes acaban a obleas. Y —esto es lo que más me importa— si George y Amal Clooney parten o no peras o manzanas. Ahí os dejo con Boris El Incombustible, que por algo ha sido siempre, no sé, como más de toda la vida de Dior que mi menda. Con decirte que le invitó doña Letizia al fiestón del Cervantes, mientras que el colega Peñafiel y yo nos quedábamos con tres palmos de narices. Ahora, esto no queda así, reina. Cualquier jueves de estos nos volvemos a leer los pensamientos.
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