El documental que no todos van a ver

Con el atractivo gancho de "el documental que no quieren que veas",hace unos días se presentó en Madrid la película corta Investigación médica: Houston, tenemos un problema. Se trata de un trabajo de la ONG Salud por Derecho que explica de forma accesible y contundente por qué tenemos un problema serio con el actual modelo de innovación farmacéutica y acceso a medicamentos esenciales. Es un problema del que les hemos hablado antes en este blog y que ha explotado de forma inesperada en nuestro país con el caso de algunas enfermedades crónicas.

El documental tiene un indudable valor pedagógico y como herramienta para activistas, pero, al trasladar únicamente una parte de la historia, es más que probable que las compañías y los responsables políticos que deberían escuchar estos argumentos nunca lleguen a verlo. Y eso es lamentable.

El problema es complejo pero sus consecuencias se explican de forma simple: a pesar de constituir uno de los sectores más rentables en el panorama económico internacional (o tal vez por eso mismo), el modelo de innovación y acceso a medicamentos ofrece productos cuyos precios están exorbitantemente fuera del alcance de los pacientes pobres y de los sistemas de salud de medio mundo, al tiempo que elige no invertir en la investigación de enfermedades no rentables como el chagas, la malaria o las multirresistencias bacterianas. Este vacío se suple en parte con la intervención de organismos públicos y alianzas público-privadas como el Fondo Global o la Alianza Global por la Vacunación, pero es un hecho que la parte principal del problema está por resolver. Los 84.000 dólares por paciente y tratamiento que se pagan en EEUU por el nuevo combinado contra la hepatitis C o el hecho de que las nuevas vacunas (como la del neumococo, un verdadero asesino en serie para los menores de 5 años en los países pobres) cuesten hoy en el mercado hasta 70 veces más que en 2001 son dos ejemplos que ilustran bien el problema.

Este y otros muchos asuntos -como la peculiar participación de un sector público que comparte el riesgo y no los beneficios; o las alternativas al sistema de patentes- están tratados de forma convincente por los protagonistas del documental, una colección granada de activistas, académicos y científicos que saben muy bien de lo que hablan.

Pero sus testimonios son solo una parte de la historia, porque quienes deberían haber aportado un punto de vista alternativo eligieron no participar en el documental.Una verdadera lástima. Cierto que las farmacéuticas que llevaron al Gobierno sudafricano a los tribunales hace ahora 15 años o la estrategia irresponsable de Gilead (propietaria de los nuevos tratamientos contra la hepatitis C) constituyen en sí mismas una caricatura, pero hay muchos más matices en la interpretación de una realidad que es compleja. El sector farmacéutico arguye que sus inversiones son elevadas y que se ve obligado a operar en un contexto político imprevisible, lo que justificaría la protección que reclaman. Y buena parte de la comunidad científica se mantiene neutral en este debate. En mi opinión, ninguna solución será sostenible sin la participación de estos sectores, así que cuanto antes logremos incorporarlos, antes saldremos del agujero en el que nos han colocado.

Pero vean la película y fórmense su propia opinión.