Increíble y comestible
Foto: Mary Clear en el bosque comestible de Redueña (29 de marzo de 2015).
Mary Clear, cofundadora de Incredible Edible Todmorden, ha visitado Madrid y ha dado a conocer esta iniciativa en un taller organizado por la cooperativa Garúa y celebrado en la Casa Encendida. Además, acompañada por diversos colectivos dedicados a la sostenibilidad urbana y la agroecología, Mary se ha acercado a algunos de los huertos de la ciudad y de pueblos de la comunidad. En Madrid, los espacios dedicados al cultivo no han cesado de aumentar en los últimos años. Ejemplo de ello son la Red de Huertos de Madrid (REHMAD), que recibió el reconocimiento de Buenas Prácticas Europeas 2012 del Comité HABITAT de la ONU, y agrupa ya a más de treinta huertos urbanos; la azotea del Hotel Wellington, que dedica unos 300 metros cuadrados al cultivo ecológico de más de 35 variedades de verduras y frutas; y el hecho de que, según el Barómetro de Cultura Ecológica de Metroscopia, el 81% de los madrileños considera que los huertos urbanos deberían ser apoyados activamente por el Ayuntamiento.
En su estancia en Madrid, Mary ha señalado las claves de la iniciativa Incredible Edible (increíble y comestible) que la localidad británica de Todmorten lleva a la práctica desde el 2007. Se describen a sí mismos como “personas apasionadas que trabajan unidas por un mundo donde todos compartan la responsabilidad del bienestar futuro del planeta y de sí mismos. Con el objetivo de proporcionar acceso a alimentos de calidad para todos, a través del trabajo colectivo, de aprender (del terreno a las aulas y a la cocina) y de apoyar la economía local”. Para ello, han destinado 70 de los espacios públicos del municipio al cultivo de verduras, hortalizas, plantas medicinales y frutales, y un grupo de voluntarios se encarga del mantenimiento y cuidado. Cualquier persona, residente o turista, está invitada a recolectar lo que guste, y el excedente se comparte en la “gran fiesta anual de la cosecha”. Una iniciativa a la que se ha sumado el Ayuntamiento y ha cedido una parcela para construir un amplio Jardín Comestible.
Las claves del éxito de Todmorten, dice Mary, en su inicio fueron la constancia y la regularidad. Periódicamente, y a la misma hora, un grupo creciente de voluntarios se juntaba a compartir el trabajo hortícola y el té. Ahora son casi 300 personas. Para ella, algunos de los resultados más visibles han sido la revitalización de la economía local, ya que han surgido nuevos negocios ligados a la producción y transformación de alimentos, y el fortalecimiento de los lazos sociales comunitarios. En Todmorten destaca además la amplia pluralidad de actores implicados: junto al hospital se cultivan plantas medicinales, a las puertas del teatro local crecen las tomateras, y los bomberos, la iglesia o la comisaría de policía también han instalado sus propios huertos. El éxito de esta iniciativa ha desbordado las expectativas de sus iniciadoras.
La promoción de la autosuficiencia alimentaria encaminada a la sostenibilidad de los municipios pudiera ser en definitiva, la filosofía que inspira el proyecto. No se trata por tanto, únicamente de potenciar el cultivo urbano sino de visibilizar la importancia del consumo de alimentos de proximidad y de confianza, de la necesidad de reconstruir los vínculos comunitarios, y de generar modelos de vida más sostenibles en el contexto actual de crisis ecológica. Y poco a poco, cada vez son más las ciudades que se incorporan a este proceso y cultivan entre sus calles. En nuestro país desde 2006 se ha multiplicado por 15 la cantidad de huertos urbanos y dan fruto bosques de alimentos en ciudades como Barcelona, Avilés o más recientemente, en el pueblo de Redueña, en la Comunidad de Madrid. La red Incredible Edible, que cuenta ya con unos 50 grupos sólo en Gran Bretaña, lo expresa así: “Plant veg, grow a revolution” (planta vegetales, haz crecer una revolución).
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