Ruta de los faros de Bretaña (II)
Rénald Sanguy, guardián del faro de Eckmühl, enseña la llave que abre la puerta del faro
Segunda y última entrega de la ruta por los faros de Bretaña que acabo de realizar. En esta región francesa llena de acantilados y olas embravecidas hay 82 faros. Pero los más espectaculares se ubican en el extremo occidental, en el departamento de Finistère (el Finisterre francés). Además de los de la isla de Ouessant, de los que hablé en el post anterior, os recomiendo visitar en la costa continental bretona estos otros. Están ordenados de norte a sur:
Faro de la Vierge
Es el faro más alto de Europa: 82,5 metros. Y además se puede subir hasta la terraza previa a la linterna, siempre que seas capaz de superar los casi 400 escalones que hay hasta arriba. Se levanta en una pequeña isla frente al puerto de Lilia, cerca de Plouguerneau. Fue inaugurado en 1902 en sustitución del faro viejo, construido en 1845 pero cuya luz apenas llegaba a 18 millas. La de éste alcanza 52. Se visita en verano con una barquita que sale del puerto de Lilia; durante las grandes mareas bajas se puede llegar incluso a pie.
Faro de Trezien
La estructura es bonita, un estilete de piedra de 37 metros de altura y 182 escalones al que se puede subir hasta arriba. Pero queda lejos del mar, a unos 500 metros sobre un montículo y rodeado de viviendas que le quitan espectacularidad al entorno. Fue inaugurado en 1894 y servía también para la vigilancia marítima del mar de l’Iroise. Visitable del 1 de julio al 31 de agosto.
Faro de Kermorvan
Señaliza la entrada al puerto de Le Conquet, desde donde salen los barcos para la isla de Ouessant. Tiene 20,30 metros de altura y es el faro de tierra más occidental de Francia. Su forma de torre cuadrangular recuerda más a una fortaleza que a una linterna marítima. El coche se deja en un aparcamiento desde el que hay una agradable paseo de 20 minutos hasta el faro y su entorno de rocas y acantilados.
Faro de Saint Mathieu
Su poderosa figura blanca y roja contrasta con las ruinas de una abadía gótica que había en este mismo acantilado y que resultó destruida durante la Revolución Francesa. El faro fue levantado siglos más tarde justo en medio de la vieja abadía, lo que acrecienta la magia del lugar, muy en especial por la noche. Además es de las pocos a los que se puede subir (cuesta 3,50 €). La casa del farero es ahora el centro de recepción.
Faro de la Vieille
Señaliza desde un islote la Punta del Raz, una de las penínsulas más occidentales del Finisterre bretón. El Raz es una de las zonas naturales más famosas del Bretaña, declarada parque natural, y visitada anualmente por miles de senderistas y curiosos (hasta 5.000 al día en verano) que recorren esta punta rodeada por acantilados y batida por el viento utilizando sus senderos señalizados. Los vendavales son tan fuertes que solo crecen aulagas y brezos de bajo porte. El faro es otra de esas linternas espectaculares que baten las olas durante los días de tempestad. Está rodeado de corrientes tan poderosas que el relevo del farero fue siempre una odisea. Se inauguró en 1881 y las obras se demoraron por 20 años. Hubo antes un viejo faro sobre tierra, en el extremo de la punta, que se reconvirtió en semáforo marítimo (control de la navegación).
Faro de Eckmühl
Uno de los más bonitos y majestuosos de Bretaña porque fue construido con todo lujo de materiales gracias a las donaciones de la marquesa Adelaide Louise de Eckmühl, que quería honrar así el nombre de su padre, general en los ejércitos de Napoleón. Tiene 65 metros y fue erigido en solo 4 años. Por dentro, una fotogénica escalera de caracol de 307 escalones lleva hasta la terraza previa a la linterna, a la que los visitantes pueden subir desde el 1 de abril a mediados de noviembre. Impresionante la vista desde arriba de las islas Glénan y de Sein.
Más información: www.vacaciones-bretana.com
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